Respuestas
Respuesta:
Esa observación evidentemente podría aplicarse a todos los siglos y a todas las generaciones; con todo, san Vicente sabía de qué hablaba También él, por sus orígenes, por su juventud necesitada, sabía hasta dónde podía llegar la voluntad de ascender y de aparentar de sus compatriotas, ¡jóvenes lobos de Gascuña llegados a París para triunfar y no precisamente por los caminos más rectos! Aún cuando la Academia de los mentirosos, que tiene su sede en Moncrabeau, entre Nérac y Condom, no existía todavía en tiempos de san Vicente, él es bien consciente de que, al sur del Garona, la verdad se viste de colores especiales que la hacen aparentar más ventajosa que natural. Así, a uno de los colaboradores en quien tiene toda su confianza, Fermin Get, le hace esta reflexión sorprendente y entristecida: «Si usted fuera gascón o normando, no me parecería extraño; pero que un picardo, me haya ocultado esto es algo que no puedo imaginarme». (V, 181).
¡El siglo estaba efectivamente lleno de esos artificios, de esas medias verdades y de situaciones falsas!
Así sucedia en materia política. Siempre lo hallamos más astuto y más embustero que uno mismo, y la célebre «Jornada de los Engaños» no hace más que ilustrar ese principio. Richelieu y Mazarino, los dos cardenales que se sucedieron en los negocios de Estado, pusieron por obra las teorías de Maquiavelo, la astucia y la fuerza, que no los principios evangélicos. Como siempre, las gentes de condición inferior fueron los que cubrieron los gastos de esa política: por medio de los impuestos que se triplicaron e inmediatamente los horrores de la guerra, de la que fueron las primeras víctimas.
En el plano literario: las novelas extravagantes falsean las mentes de los lectores y de las lectoras que, para estar al corriente, necesitarán una «Carte de Tendre» (Mapa de ese país imaginario). Las alusiones a la antigüedad, a su historia y a su mitología, inundan los escritos y los discursos; ¡Moliére se burlará de eso abundosamente! Esa manía penetra por todos los sitios: «pasa la verja», sube hasta el púlpito y promueve una elocuencia en «Caeli caelorum», que vuela «por encima de los tejados», por usar las mismas frases de san Vicente.
En materia de indumentaria y de aseo, todo se complica, al menos en la buena sociedad: se usa la puntilla en lugar de la gorguera, más adelante la chorrera y los puños. Se adopta la peluca, que llega hasta hacerse una verdadera pieza encaramada, además, los tacones bien altos, que aumentan la talla; ¡los perfumes cubren los olores fuertes! La vanidad sale ganando, pero mucho menos el sentido común.
Explicación:
Eso es todo no copiare casi todo Por que seria mucho escribir para ti :)