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Unos 3.000 millones de personas siguen cocinando y calentando sus hogares con combustibles sólidos (es decir, madera, residuos agrícolas, carbón vegetal y mineral y excrementos de animales), en fuegos abiertos y en cocinas con fugas. En su mayoría son personas pobres que viven en países de ingresos bajos y medianos.
Estos combustibles y tecnologías ineficientes para cocinar producen elevados niveles de contaminación del aire de interiores dado que liberan elementos nocivos para la salud, tales como pequeñas partículas de hollín que penetran profundamente en los pulmones. En viviendas mal ventiladas el humo puede producir concentraciones de partículas finas 100 veces superiores a las aceptables. La exposición afecta particularmente a las mujeres y los niños, que pasan la mayor parte del tiempo cerca del hogar.
Anualmente, 3,8 millones de personas mueren prematuramente por enfermedades atribuibles a la contaminación del aire interior causada por el uso de combustibles sólidos ineficientes (datos de 2012) para cocinar. Entre esas defunciones:
27% se deben a neumonía
18% a accidente cerebrovascular
27% a cardiopatía isquémica
20% a neumopatía obstructiva crónica, y
8% a cáncer de pulmón.
Neumonía
La exposición a la contaminación del aire de interiores casi duplica el riesgo de neumonía en la niñez. Más de la mitad de las defunciones de niños menores de cinco años causadas por infección aguda de las vías respiratorias inferiores se deben a la inhalación de partículas del aire de interiores contaminado con combustibles sólidos (OMS, 2014).
Accidente cerebrovascular
Casi una cuarta parte de todas las defunciones debidas a accidente cerebrovascular (aproximadamente 1,4 millones de defunciones, la mitad de las cuales corresponden a mujeres) se pueden atribuir a la exposición crónica a la contaminación del aire de interiores provocada al cocinar con combustibles sólidos.
Cardiopatía isquémica
Aproximadamente un 15% de todas las defunciones por cardiopatía isquémica, que representan más de un millón de defunciones cada año, se pueden atribuir a la exposición al aire de interiores contaminado.
Neumopatía obstructiva crónica
Más de una tercera parte de las defunciones debidas a neumopatía obstructiva crónica (EPOC) entre adultos de países de ingresos bajos y medianos se deben a la exposición al aire contaminado de interiores. Las mujeres expuestas a altos niveles de humo en interiores tienen 2 veces más probabilidades de padecer EPOC que las que utilizan combustibles más limpios. Entre los hombres (que ya corren un alto riesgo de EPOC debido a las altas tasas de consumo de tabaco), la exposición al humo de interiores casi duplica (multiplica por 1,9) ese riesgo.
Cáncer de pulmón
Aproximadamente el 17% de las defunciones causadas cada año por el cáncer de pulmón en adultos son atribuibles a la exposición a los carcinógenos del aire de interiores contaminado por el uso de combustibles sólidos tales como madera y carbón vegetal o mineral para cocinar. Las mujeres corren mayor riesgo a raíz de su papel en la preparación de alimentos.
Otras consecuencias sanitarias
En general, las pequeñas partículas y otros contaminantes del humo de interiores inflaman las vías respiratorias y los pulmones, dificultan la respuesta inmunitaria y reducen la capacidad de oxigenación de la sangre.
Además, se ha demostrado la relación entre la contaminación del aire de interiores y el bajo peso ponderal, la tuberculosis, las cataratas y los cánceres nasofaríngeos y laríngeos.
La mortalidad debida a cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular también se ve afectada por factores de riesgo tales como la hipertensión, la dieta malsana, la falta de actividad física y el consumo de tabaco. Los factores de riesgo de neumonía infantil incluyen la lactancia materna insuficiente, el bajo peso al nacer y el humo de tabaco ajeno. En cuanto al cáncer de pulmón y la neumopatía obstructiva crónica, el consumo de tabaco y el humo de tabaco ajeno también son factores de riesgo importantes.
Repercusiones en la equidad sanitaria, el desarrollo y el cambio climático
Sin un cambio sustancial de las políticas, el número de personas que dependen de combustibles sólidos se mantendrá prácticamente sin cambios hasta 2030 (Banco Mundial, 2010). Por otra parte, el uso de combustibles contaminantes supone una pesada carga para el desarrollo sostenible.
La recolección del combustible consume una parte considerable del tiempo de las mujeres y los niños, lo que limita la realización de otras actividades productivas y aleja a los niños de la escuela. En entornos poco seguros, las mujeres y los niños se exponen a sufrir traumatismos y violencia mientras recogen combustible.