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Respuesta:
Cuando tenemos identificados los riesgos que pueden afectar a la rentabilidad de la empresa, y cómo se prevé que evolucionen, se ha de tomar decisiones al respecto. Para ello vamos a analizar el individuo sin tener en cuenta a la sociedad primero y a continuación, tomando en consideración a la sociedad.
Así, el individuo cuenta con distintas estrategias personales para gestionar el riesgo:
Evitar emprender acciones con alta probabilidad de acaecimiento de riesgo
Tomar medidas de prevención para evitar que se produzca el riesgo o al menos, intentar minimizar su efecto. Aquí se puede adoptar dos tipos de medidas de prevención: puras (atacando el riesgo por su origen, pero que pueden suponer tal presupuesto económico que no se pueda afrontar) o de cuasi-prevención (adoptar medidas para que el siniestro tenga el menor impacto posible)
Asumir el riesgo. Consiste en que el capital se expone a determinados riesgos poco probables a cambio de un rendimiento económico que compense.
Se habla de asunción no planificada cuando el empresario/a asume riesgos por no conocerlos o bien sin hacer nada por evitarlos.
Asunción planificada: se asume riesgos que se conocen constituyendo unos fondos económicos con los que afrontar las consecuencias económicas de un posible siniestro. Esta medida puede tomarse al arrancar la sociedad o bien programando pequeñas detracciones de los beneficios. El problema es que no es financieramente viable mantener un capital improductivo muy grande, el cual necesariamente requerirá revalorización para compensar la devaluación de la moneda y la inflación, así como las amortizaciones para reponer pérdidas de activo; como contrapartida, con el tiempo se detalla más el conocimiento de los riesgos de la empresa y el sector, con lo que se puede ir reduciendo los fondos de seguridad que han de retenerse.
Por otra parte, el individuo puede beneficiarse de vivir en sociedad para tomar otras decisiones; lo más eficaz ex combinar varios métodos:
Transferir el riesgo a otra persona o entidad que lo quiera asumir gratuitamente o a cambio de un dinero.
Repartir el riesgo, como las inversiones conjuntas en las que los distintos accionistas afrontan mancomunadamente el riesgo.
Agrupación de riesgos o mutualidad donde varios individuos que están sometidos al mismo riesgo deciden agruparse para afrontar mancomunadamente, los siniestros que pueda sufrir cualquiera de ellos. Se trata de una “Sociedad Mutua” donde a los socios se les llama “mutualistas”. Entre los inconvenientes de esta opción está el que el desembolso puede llegar a ser superior a lo previsto, o que ante un siniestro el afectado/a ha de esperar a que los mutualistas hagan aportaciones extras para obtener el capital preciso tras la valoración del daño, con lo que está el riesgo de retrasos e impagos, aunque esto se podría paliar previendo un capital de maniobra.
Tratamiento del riesgo puro o riesgo asegurable que consiste en externalizar el riesgo contratando una póliza con una entidad aseguradora, que implica un sobrecoste por los gastos admnistrativos y beneficio del asegurador.
Tratamiento del riesgo subjetivo se refiere a la actitud frente a la incertidumbre, donde entrarían en juego rasgos de personalidad y el entrenamiento en estrategias cognitivas de gestión del estrés.
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Evitar emprender acciones con alta probabilidad de acaecimiento de riesgo
Tomar medidas de prevención para evitar que se produzca el riesgo o al menos, intentar minimizar su efecto. Aquí se puede adoptar dos tipos de medidas de prevención: puras (atacando el riesgo por su origen, pero que pueden suponer tal presupuesto económico que no se pueda afrontar) o de cuasi-prevención (adoptar medidas para que el siniestro tenga el menor impacto posible)
Asumir el riesgo. Consiste en que el capital se expone a determinados riesgos poco probables a cambio de un rendimiento económico que compense.
Se habla de asunción no planificada cuando el empresario/a asume riesgos por no conocerlos o bien sin hacer nada por evitarlos.
Asunción planificada: se asume riesgos que se conocen constituyendo unos fondos económicos con los que afrontar las consecuencias económicas de un posible siniestro. Esta medida puede tomarse al arrancar la sociedad o bien programando pequeñas detracciones de los beneficios. El problema es que no es financieramente viable mantener un capital improductivo muy grande, el cual necesariamente requerirá revalorización para compensar la devaluación de la moneda y la inflación, así como las amortizaciones para reponer pérdidas de activo; como contrapartida, con el tiempo se detalla más el conocimiento de los riesgos de la empresa y el sector, con lo que se puede ir reduciendo los fondos de seguridad que han de retenerse.
Explicación:
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