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La pequeña Ema tiene una vida normal. Durante la semana asiste al colegio y va a clases de natación, los domingos los pasa con sus padres y vive en una población muy tranquila de Estación Central, en Santiago de Chile. Su casa está ubicada en un pasaje bastante aburrido, donde no hay más niños de su edad, salvo por Yan Zi, una niña de origen chino, un año mayor que ella, cuyos padres se erradicaron en Chile cuando era una recién nacida. Es por ello, que ha construido una amistad inquebrantable con Ema. Desde pequeñas han sido vecinas y amigas a pesar de no ir al mismo colegio. Todas las tardes se reúnen después de clases para hacer tareas y pasar el rato juntas. El hecho de que sus familias tengan culturas diferentes, solo ha constituido una vida más interesante para estas niñas.
A pesar de lo anterior, Ema no se puede sentir normal, ya que depende desde los nueve años de la insulina. Su madre se ha hecho cargo de inyectársela diariamente y de medirle el azúcar en la sangre (Glicemia) por la mañana y por la noche. Vive de esa forma, tratando de mantener su cuerpo en equilibrio. Debe mantener su glicemia entre ciertos rangos para evitar una crisis por la baja o alza del azúcar en su sangre. Es por eso que debe comer seis veces al día pequeñas cantidades de alimento. Bajo estas reglas, se desenvuelve en un mundo donde no encuentra a nadie como ella. Se siente sola.
"En momentos como esos, cuando la realidad me hacía ser la única manzana roja en un canasto donde solo había verdes, la vida me parecía más injusta conmigo que con mis amigas. Ni en mi curso ni en mi nivel había otra persona con diabetes. Tampoco en mi pasaje." ¿Por qué yo? Pág. 63.
Sus padres tienen una tienda de ropa en un centro comercial. La cual se mantiene abierta de lunes a domingo. Debido a eso, casi nunca están con ella en la casa, salvo por el día domingo. Esto intensifica la soledad de Ema, que al ser hija única, solo cuenta con su nana Guacolda y su amiga Yan Zi.
"Había momentos en los que me sentía tan cerca de ella, y otros tan lejos, casi como una huérfana. Mis papás debieron llamarme Soledad, no Ema." Pág. 88.
Así transcurre su vida. Hasta que un día, al fin sucede algo interesante donde vive. Una de las eternas familias del pasaje se muda, y a los pocos días llega una nueva. Así es como conocen a Agustín, un niño de casi once años que, es toda una sorpresa. Se la pasa en el techo de su casa mirando el universo por su telescopio. Es muy inteligente, muy maduro para su edad y con un sentido del humor bastante retorcido. Gracias a su aparición, vivirán una pequeña aventura, que llevará a Ema a enfrentar sus problemas, a no quedarse callada y decir lo que le oprime el corazón.
Gracias al poder de la amistad y a los lazos familiares, la protagonista sufrirá un punto de inflexión positivo en su vida.
Explicación:
CORONNITA PLIS