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A los 10 años, una niña japonesa de nombre Yayoi Kusama entra en contacto con el mundo del color y la plástica. Enamorada desde entonces de los lunares (polka dot), empieza a realizar obras donde la fantasía y la realidad conviven en entornos en los que nada es lo que parece. Retratos de su madre plagada de lunares. Obras que pretenden reflejar las inquietantes alucinaciones que produce su propia mente… La solución que encontró Kusama para contrarrestar los efectos de su desorden mental fue, sencillamente, pintar aquello que veía.
La niña Yayoi Kusama vive aún en sus Infinite Rooms, en los lunares que siempre vuelven, en las flores que brotan a medio camino entre el paraíso y el infierno. El mundo artístico de una de las creadoras contemporáneas más fascinantes tiene su origen en las pesadillas que nunca la abandonaron. Pero al crecer, despliega la belleza más especial ante los asombrados ojos del espectador.