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Respuesta:
En 1841, a sus 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico, que le destinaba al servicio de la Palabra, como los apóstoles, como San Juan de Ávila.
Explicación:
unto a la eclesialidad, en segundo lugar, podemos señalar la urgencia misionera y la creatividad evangelizadora. Celebrar al P. Claret en este mes es intensificar la conciencia misionera y consolidar el vínculo eclesial conscientes de trabajar incansablemente en una Iglesia en permanente estado de misión. Así nos lo ha recordado el papa Francisco: “Tú eres una misión”. Esa impronta evangelizadora y eclesial es la que marcó toda su vida como misionero en Cataluña y las Islas Canarias, como arzobispo de Cuba y como confesor real en la corte de la reina Isabel II. El fuego apostólico que llevaba dentro le hizo fundar editoriales, academias, cajas de ahorros, bibliotecas populares y escuelas profesionales en las cárceles y en las zonas rurales de la isla de Cuba, así como un sinfín de libritos y subsidios para todo tipo de creyentes.En tercer lugar, el testimonio. Su celo pastoral le llevó a afrontar los graves problemas sociales, políticos, morales y religiosos de aquella tierra cubana que llevaba muchos años sin obispo. Fruto de ello, en febrero de 1856, fue víctima de un terrible atentado por arma blanca en la ciudad de Holguín, preludio de un buen número de atentados e intentos de envenenamiento en aquella corte madrileña.
En cuarto lugar, la misión compartida. En la tarea del anuncio del Evangelio tuvo clara conciencia de la necesidad de “hacer con otros” para llevar la Palabra de Dios a cada rincón y a cada corazón.