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tendria que meterle mas goles al dibu martinez
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Lo primero que debemos saber es que lograr cosas como la justicia social, la democratización, la paz, la protección de la naturaleza y el desarrollo económico no es fácil. Y no lo es porque esos propósitos suelen ser interdependientes. Muchos desconocen esa complejidad y suponen que hay algo único que determina la suerte de los países.
ESTADO Y SOCIEDAD:
Lo segundo es que la solución a los problemas de Colombia no depende exclusivamente del Estado o de la sociedad. Estado y sociedad no son entidades independientes. Colombia tiene por lo general una sociedad fuerte y un Estado débil, con lo cual los intereses sociales tienen la capacidad de capturar las instituciones y ponerlas a su servicio. Pero también ocurre que a veces el Estado es demasiado fuerte, viola los derechos humanos, agobia a la población con normas inútiles y criminaliza las manifestaciones populares. (...) La complejidad de Colombia radica en que hay mucho de ambas cosas y que ambas se refuerzan entre sí. Una ilustración de esto es lo que se conoce como el ‘círculo vicioso de la desconfianza’: el Estado desconfía de la gente y la criminaliza, así que la gente no apoya el desarrollo institucional y desconfía de lo público; todo esto conduce a que las instituciones funcionen deficientemente y a que, en consecuencia, la gente desconfíe de ellas… y así se reanuda el círculo.
Un Estado difícilmente funciona bien con una sociedad que le da la espalda, y viceversa. El acatamiento de las normas en el espacio público, por ejemplo, difícilmente se logra con la represión policiva y sin la colaboración ciudadana. La disuasión que funciona contra los violadores de las normas viene del resto de la población, con el reproche social, más que del Estado. Solo en casos extremos la intervención policial es necesaria. (...) Por eso, como dice Juan Camilo Cárdenas en este libro, la confianza es el lubricante de la paz.
Lo tercero es que mejorar a Colombia es una empresa que toma mucho tiempo y abarca mucho espacio. Por eso se necesita un proyecto ambicioso. “Quienes creen en el progreso se exponen a la desilusión de haber nacido demasiado temprano”, decía Óscar Forel. La visión de corto plazo es insuficiente; hay que incluir a varias generaciones para tener éxito. En Colombia vivimos enfrascados en una temporalidad instantánea, apegada a la coyuntura y generalmente impuesta por los políticos y los periodistas. Estamos sumidos en el presente, pero el pasado sigue mandando la parada. (...) La concentración de la tierra rural, la pequeñez de la clase media, la arrogancia del “usted no sabe quién soy yo”, la debilidad de los bienes públicos, el poder político de las ideas religiosas, son todos rezagos de siglos anteriores (...).
MAS Y MEJOR CONOCIMIENTO:
Lo cuarto que necesitamos es más y mejor conocimiento. Es muy difícil mejorar si no se sabe la real dimensión de nuestros problemas. Una de las principales características del subdesarrollo es la falta de información. El Estado sabe más o menos qué pasa en las grandes ciudades, pero por fuera de esta zona de confort sabe muy poco. Tiene algunos datos de delitos y violencia, pero no conoce casi nada sobre la condición social de los habitantes, las economías locales o las migraciones internas. Ni siquiera hay cifras confiables sobre el número de líderes sociales asesinados en un momento en el que su protección es crucial para el futuro del proceso de paz. Dos siglos después de la Independencia, Colombia tiene un catastro anacrónico que no le permite cobrar impuestos ni planificar el desarrollo rural como debería hacerse. Cada entidad del Estado se guarda la información que posee, bien para ocultar la pobreza de sus propios resultados o bien para competir con otras entidades. (...)
Lo quinto que necesitamos es un proyecto colectivo que nos ayude a cohesionar. Daniel Pécaut decía que uno de los mayores problemas de Colombia es que aquí nunca ha habido un mito fundador que amarre a los habitantes y les sirva para limar sus diferencias y colaborar en un proyecto de país. Para decirlo en los términos de Harari en Sapiens, Colombia es un país sin una ficción que sujete las almas.