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Respuesta:
La comparación es, además, un proceso subjetivo, que dice mucho sobre quien compara, pues revela los aspectos que le llaman la atención, o el modo particular en que vincula las cosas. Este uso es muy común en el lenguaje literario, en el que se echa mano a símiles o metáforas, es decir, formas poéticas de comparación, para imprimirle al lenguaje una mayor fuerza expresiva o alcanzar una mayor hermosura en sus contenidos.
A grandes rasgos, podría decirse que las comparaciones pueden ser de tres tipos, atendiendo a la relación que establecen entre los dos objetos comparados:
Explicación:
De igualdad. Busca imprimir a uno de los referentes las propiedades asociadas al otro, es decir, establecer una relación de semejanza o de proporcionalidad, entre ellos. Por ejemplo, al comparar al planeta Tierra con una pelota de béisbol, podríamos referirnos a la esfericidad compartida.
De inferioridad. Uno de los términos comparados resulta ser menor que el otro en algún sentido y la comparación busca reforzar esa idea. Es típico de las comparaciones que utilizan la fórmula “menor que…” o “menos que…”.
De superioridad. Por el contrario, aquí uno de los términos es comparado con el otro para acentuar su superioridad o grandeza. Emplea a menudo la fórmula “mayor que…” o “más que…”, por ejemplo.
La comparación enriquece sobre todo cuando atribuye características de un objeto a otro que nunca podría tenerlas, o que sólo podría hacerlo en la imaginación.