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Ernesto Sábato 5
El tunel
I
BASTARÁ decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne;
supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan
mayores explicaciones sobre mi persona.
Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente, ni por qué. En
realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una
forma de defensa de la especie humana. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no
indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente
las echa en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo,
por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así,
casi podría decir que "todo tiempo pasado fue peor", si no fuera porque el presente
me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros
cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la
temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza. ¡Cuántas veces he
quedado aplastado durante horas, en un rincón oscuro del taller, después de leer
una noticia en la sección policial!. Pero la verdad es que no siempre lo más
vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los criminales son
gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la hago porque yo mismo haya
matado a un ser humano: es una honesta y profunda convicción. ¿Un individuo es
pernicioso?. Pues se lo liquida y se acabó. Eso es lo que yo llamo una buena acción.
Piensen cuánto peor es para la sociedad que ese individuo siga destilando su
veneno y que en vez de eliminarlo se quiera contrarrestar su acción recurriendo a
anónimos, maledicencia y otras bajezas semejantes. En lo que a mí se refiere, debo
confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad,
liquidando a seis o siete tipos que conozco.
Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. Bastaría
un hecho para probarlo, en todo caso: en un campo de concentración un ex pianista
se quejó de hambre y entonces lo obligaron a comerse una rata, pero viva.