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Respuesta:
Al pie de la cordillera violeta del Atlas, desde Marruecos a Túnez, se
inicia casi sin transición el desierto del Sahara. Al principio la mente
se siente desconcertada. El viento modifica todo lo que no es él mismo.
Todo fluye y cambia de forma, enmascarando una inmutable monotonía de
arena. Fue en 1973. Acababa de contemplar por primera vez el desierto. Desde
entonces este paisaje árido me ha enseñado más que muchos libros.
La fascinación de ese paisaje que no se parece a ninguno, la sugestión que
producen los desiertos, no esla seducción de un paraíso,sino de una naturaleza
dura y esencial.
La vida se resume y enraíza en metáforas que nos permiten ocupar espacios
de otra manera impenetrables y comprender el sentido que encierran como
experiencia. El desierto, aparentemente deshabitado, está poblado de metáforas.
Nos remiten a la luz, al calor, al despojamiento, al silencio, al vacío, a un mundo
primordialsin conciencia de su existencia. El desierto exhibe una realidad secreta
para sí,realidad anterior al instante en el que la conciencia del hombre empezó a
acompañar a la luz en la tarea de iluminar lo superficial y lo recóndito.
¿Cuál esla metáfora primordial? La metáfora másrotunda, porque impone
a la imagen su presencia, es el espacio mismo. El desierto como la laguna Estigia,
la caverna platónica, el jardín del Edén, el monte Arafat o la habitación cerrada
de la que hablaba Nietzsche, es uno de los confines metafóricos, esenciales de
nuestra cultura, desde donde podemos contemplar la vida y el universo.
Para cualquier escritor es importante disponer de una atalaya imaginaria
desde donde contemplar el mundo y madurar el asombro ante lo que le rodea.