Respuestas
Respuesta:
Génesis presenta a Abraham con una genealogía, para luego describirlo como aquel que establece una alianza con el único Dios y como el depositario de diversas promesas divinas: la descendencia, la bendición de todas las naciones, y la tierra, conocida como la tierra de Canaán.
Génesis 18-23
Abraham: Modelo de fe y rectitud
(6-1) Introducción
El élder Melvin J. Ballard escribió lo siguiente: “Recordaréis la historia de cómo el hijo de Abraham nació después de muchos años de que su padre había esperado y anhelado este nacimiento, llegando a ser así su posesión más preciosa, más que cualquier otra. No obstante, en medio de su regocijo, Abraham recibió el mandamiento de tomar a su único hijo y ofrecerlo como sacrificio al Señor, a lo que él consintió. ¿Podéis imaginar lo que sentía Abraham en su corazón en esa ocasión? Vosotros amáis a vuestros hijos tanto como Abraham amaba al suyo, tal vez no tanto, teniendo en cuenta las circunstancias tan particulares, pero…¿qué creéis que sintió cuando se despidieron de Sara, la madre? ¿Qué sentimientos creéis que había en su corazón al contemplar a Isaac despidiéndose de su madre al emprender el viaje de tres días hasta el lugar señalado para el sacrificio? Imagino que todo lo que el padre Abraham pudo hacer fue disimular su gran pesar y dolor al contemplar aquella despedida, y él y su hijo viajaron tres días hacia el lugar señalado, Isaac llevando los maderos que servirían para llevar a cabo el sacrificio. Los dos viajeros descansaron, finalmente, en la ladera del monte, y los hombres que los habían acompañado recibieron la orden de quedar allí cuando Abraham y su hijo comenzaron a subir.
“Entonces el muchacho le dijo: ‘Padre mío…he aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?’
“Abraham debe haber sentido que el corazón se le destrozaba al oír decir a su hijo: ‘Has olvidado el cordero’. Mirando al joven, el hijo de la promesa, el pobre padre solamente pudo decir: ‘Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío’.
‘Subieron al monte, reunieron las piedras y colocaron los leños. Luego Abraham ató a Isaac de las manos y los pies, arrodillado sobre el altar. Supongo que Abraham, como un verdadero padre, debe haber besado por última vez a su hijo, dándole su bendición y su amor, y su alma debe haberse volcado hacia él en aquella hora de agonía, ya que iba a morir por la mano de su propio padre. La escena se fue desarrollando hasta que Abraham desenvainó el cuchillo de frío acero y levantó la mano para dar el golpe que haría brotar la sangre de la vida.” (”The Sacramental Covenant”, New Era, enero de 1976, págs. 9-10.)
Debemos tener presente que Abraham fue salvado de un destino semejante instigado en maldad por su propio padre. Como con la mayoría de la gente, Abraham debe haber aborrecido los sacrificios humanos. ¿Por qué el Señor requeriría semejante prueba de su fe? ¿Qué podemos aprender de la vida de Abraham, el cual fue fiel hasta el final?
Instrucciones al alumno:
Use los comentarios que aparecen a continuación, los que le ayudarán en la lectura y estudio de Génesis 18-23.
Complete la sección Resumen Analítico de acuerdo con lo que indique su maestro. (Los alumnos del curso de estudio individual supervisado deben completar toda esta sección.)
COMENTARIOS SOBRE GENESIS 18-23
(6-2) Génesis 18:1-2. ¿Quién conversó con Abraham?
“No tenemos justificación en enseñar que nuestro Padre Celestial, con otros personajes celestiales, bajase, sucio de polvo y muy cansado, y que haya comido con Abraham. Esto no es lo que se enseña en el capítulo 18 de Génesis. El primer versículo de ese capítulo debería decir lo siguiente: ‘Después le apareció Jehová en el encinar de Manre’. Ese es un pensamiento completo. La segunda parte de ese párrafo no tiene nada que ver con la aparición del Señor a Abraham…: ‘…Y se sentó él a la puerta de su tienda en el calor del día; y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él’. Estos tres hombres eran mortales. Tenían cuerpos y pudieron comer, lavarse y sentarse y descansar de su fatiga. Ninguno de estos tres era el Señor.” (Smith, Doctrina de Salvación, tomo I, págs. 15-16.)