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Respuesta:
El Sermón del monte empieza con las bienaventuranzas —ocho declaraciones que comienzan con la palabra bienaventurados.[1]Esta palabra declara un estado de bendición que ya existe. Cada bienaventuranza declara que un grupo de personas que por lo general son considerados como afligidos, en realidad son bendecidos. Los bendecidos no tienen que hacer nada para obtener esta bendición, Jesús simplemente declara que ellos ya han sido bendecidos. Por tanto, las bienaventuranzas son primero que todo declaraciones de la gracia de Dios, no son condiciones de la salvación o planes de acción para ganarse la entrada al reino de Dios.
Los que pertenecen a los grupos de bienaventurados experimentan la gracia de Dios, ya que el reino de los cielos se ha acercado. Observe la segunda bienaventuranza, “Bienaventurados los que lloran” (Mt 5:4). Por lo general, las personas no creen que llorar sea una bendición. Es algo doloroso. Sin embargo, con la venida del reino de los cielos, el llanto se convierte en una bendición, porque los que lloran “serán consolados”. La implicación es que Dios mismo será quien los consuele. La aflicción del llanto se convierte en la bendición de una relación profunda con Dios. ¡Esa en realidad es una gran bendición!
Aunque el propósito principal de las bienaventuranzas sea declarar las bendiciones dadas por el reino de Dios, la mayoría de eruditos también las ven como una imagen del carácter de ese reino.[2]Cuando entramos al reino de Dios, deseamos parecernos más a aquellos que se llaman bienaventurados —ser más humildes, más misericordiosos, tener más hambre de justicia, ser más propensos a hacer la paz y así sucesivamente. Esto les da un carácter imperativo moral a las bienaventuranzas. Después, cuando Jesús dice, “haced discípulos de todas las naciones” (Mt 28:19), las bienaventuranzas describen el carácter que estos discípulos deben tener.
Las bienaventuranzas describen el carácter del reino de Dios, pero no son condiciones de la salvación. Jesús no dice, por ejemplo, “solo los puros de corazón pueden entrar al reino de los cielos”. Estas son buenas noticias porque las bienaventuranzas son realmente difíciles de cumplir. Dado que Jesús dice, “todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5:28), ¿quién podría en realidad ser “de limpio corazón” (Mt 5:8)? Si no fuera por la gracia de Dios, nadie sería bienaventurado. Las bienaventuranzas no son un juicio en contra de todos los que no alcanzan los estándares, son una bendición para cualquiera que decida unirse al reino de Dios mientras este “está cerca”.
Una bendición adicional de las bienaventuranzas es que benefician a la comunidad de Dios, no solo a los individuos de Dios. Al seguir a Jesús, somos miembros bendecidos de la comunidad del reino, incluso aunque nuestro carácter todavía no haya sido formado a la semejanza de Dios. Individualmente, no cumplimos las características de algunas o todas las bienaventuranzas, pero aun así somos bendecidos por el carácter de toda la comunidad a nuestro alrededor. La ciudadanía en el reino de Dios comienza ahora. El carácter de la comunidad del reino será perfeccionado cuando Jesús regrese “sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mt 24:30).
Al entender estas ideas, estamos listos para examinar el carácter específico de cada una de las bienaventuranzas y analizar cómo se aplican en el trabajo. Aunque no intentamos analizar cada bienaventuranza de forma exhaustiva, esperamos sentar las bases para recibir las bendiciones y experimentar las bienaventuranzas en nuestro trabajo diario.[3]
Explicación:
Explicación paso a paso: