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En la desembocadura del río Guayas hay un grupo de islas e islotes habitado por una comunidad de cholos. Estos montuvios se dedican a cortar leña de los manglares para venderla en la capital. Desde tiempos inmemoriales esta comunidad está dirigida por un personaje enigmático, don Goyo, el primer habitante de estas tierras, de quien se dice que tiene un pacto con el diablo.Este libro cuenta muy poco más, de manera que no me voy a extender más con el resumen. Gran parte del mismo está dedicado a describir tanto a los hombres que viven en estas tierras y sus formas de vida como al hábitat en sí. Pero esta novela tiene algo especial, algo mágico. Tiene a don Goyo.
Según me fui adentrando en la lectura de esta novela no pude hacer otra cosa que comparar al personaje de don Goyo con otro personaje ilustre, el inmenso José Arcadio Buendía de “Cien años de soledad”. Ambos tienen esa condición de patriarcas bíblicos, de fundadores de una dinastía, de hombres poderosos que creen en una serie de valores: en la justicia, en el trabajo, en la tierra y en la magia. Ambos son escuchados y respetados por sus gentes como líderes del clan. Ambos son tomados por locos y desechados por sus vecinos cuando sus palabras no son convenientes para la mayoría. Hasta el final de los dos personajes tiene semejanzas. No quiero decir con esto que necesariamente Gabriel García Márquez se inspirara en el personaje de Aguilera Malta para construir el suyo. Creo más bien que los dos autores tomaron como modelo un personaje de rasgos comunes entre los montuvios del Pacífico y los del Caribe.
En cualquier caso, Demetrio Aguilera Malta prefigura de alguna manera lo que más tarde será conocido como el “realismo mágico”. En “Don Goyo” nos encontramos ante una sucesión de cuadros costumbristas aderezados por sucesos extraordinarios. No sólo eso.
En estas páginas encontraremos retazos de denuncia social, pero el autor rehúye profundizar en este tema. En “Don Goyo” se habla de concertajes, de ricos advenedizos, de comerciantes aprovechados, pero nada de eso priva a los cholos de su pequeño edén, donde conviven en armonía con los manglares. No por lo menos en el tiempo que transcurre dentro de la novela, aunque ya se dan avisos de que el desastre está en camino. Después de haber leído obras como “Cuando los guayacanes florecían” o “Juyungo” esperaba que en cualquier momento algún terrateniente avaricioso desposeyera a los personajes de sus tierras, acabando con su forma de vida.
Tengo que destacar un detalle de esta novela que, para mí, le hace perder puntos. A pesar de que es una obra realmente corta considero que le sobran capítulos. Me refiero a los capítulos dedicados a Cusumbo, que llegan a ocupar un tercio de la obra. Esta historia no lleva a ninguna parte y engaña al lector sin necesidad. Cusumbo era un concierto que se emancipa de su patrón a las bravas, se hace pescador y recala en este archipiélago para acabar haciéndose manglero. En el transcurso de esta narración hace esporádicas apariciones el propio don Goyo, pero no deja de ser una sombra que recorre los esteros velando por su pueblo. Tomando lo leído en esta primera parte pensé que el protagonista real de la novela era Cusumbo y que don Goyo no era otra cosa que un arquetipo (salvando las distancias, algo así como el personaje que interpreta Orson Welles en “El tercer hombre”). Pero no. Empieza la segunda parte y el protagonismo completo recae sobre don Goyo y ya no lo suelta. Puedo entender que el autor hizo esto para introducir al lector en su mundo, de la misma forma que Cusumbo se integra en la comunidad siendo foráneo a ella. Puedo entender que Aguilera Malta quisiera incorporar a su novela escenas propias de la vida en el trópico, pero para mí no funciona. Yo entiendo la novela como una precisa pieza de relojería, donde cada engranaje, cada una de sus sub-tramas, asiste y acompaña a la historia principal (esto lo vimos ya con “El éxodo de Yangana”; en su primera parte aparecían multitud de personajes con su pequeña historia correspondiente, y de la mayor parte de ellos no se volvía a Hablar; sin embargo en la obra de Ángel F. Rojas había un objetivo definido para ello: hacer que el lector fuera uno más de los habitantes del pueblo). Hay autores que consideran la novela como un saco donde cabe todo (el ejemplo más manido es el de Pío Baroja). Bien, no voy a despreciar estas obras pues las novelas psicológicas/de aprendizaje que narran la trayectoria vital de un personaje están construidas de esta forma. La historia principal es tan amplia y tan sólida que pueden permitirse añadir brochazos independientes a ella. Pero para “Don Goyo” esto no sirve. La novela es demasiado corta y se dedican demasiadas páginas a Cusumbo.
alexeli:
quiero saber de q se tara la obra
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