Respuestas
Respuesta:
En nuestro país tenemos una percepción del concepto de autoestima exactamente al revés de lo que significa
realmente. Todas aquellas personas que aparecen con desplante o ‘fuertes de carácter’ son, en realidad, todo
lo contrario: tienen una autoestima baja. Una persona con autoestima sana no necesita alterarse ni levantar la
voz para decir lo que tiene que decir.
Si opinamos distinto no le afecta, no necesita que los demás lo aprueben para mantener su comodidad interior.
Cuando una persona se muestra alterada, revela algo de su mundo interior: nos dice, en el fondo, que algo lo
afecta y no tiene el temple necesario para lidiar con la fuente de su miedo o aprensión.
La expresión bien conocida "Compréndanme, tengo un carácter fuerte" no es más que un recurso lingüístico
para tapar nuestro mal genio y está lejos de representar un carácter verdaderamente fuerte, sino más bien un
carácter débil. Es el miedo lo que nos hace buscar protección con estrategias de defensa: gritar, golpear la mesa,
ofender a quienes queremos. Muchas veces recurrimos a la violencia como forma de protegernos, y
necesitamos crear una ilusión de autoestima, cuando estamos manipulados por ese miedo.
Ese miedo está relacionado a hechos de nuestro entorno que no podemos controlar por carecer de la fortaleza
de ánimo necesaria para ello. Elevar realmente nuestra autoestima nos permite disminuir la cantidad de cosas
que aparecen amenazantes allá afuera. Esto implica pensar en el fenómeno de la consciencia, pues debemos
estar conscientes de los hechos que nos producen reacciones de miedo.
Si queremos elevar nuestra autoestima, es conveniente comprender los hechos tal como se producen sin
interpretación. Así, el primer paso para obtener una autoestima sana es el despertar, cobrar consciencia de los
factores que vemos potencialmente peligrosos.
Es útil aclarar que lo contrario de la autoestima no es la heteroestima o estima de los otros, sino
la desestima propia. Cada uno de nosotros es valioso por existir. Somos seres completos, disponemos de todos
los recursos internos para proyectarnos, y contemplar el mundo tal como es. Si llegamos a ser conscientes de
esto, nuestra autoestima mejorará y, verdaderamente, tendremos un carácter fuerte.