Aquella noche la pasamos en el natural ajetreo que precede a zarpar, dando las
últimas disposiciones sobre los pertrechos, y atendiendo a las amistades del
squire, que como el señor Blandly y otros, se acercaban con sus botes a desear
una buena travesía y un feliz regreso. Jamás en la «Almirante Benbow» había yo
pasado noche tan agitada; y rendido por la fatiga me sorprendió, poco antes del
amanecer, el silbato del contramaestre y el movimiento de la tripulación
empezando a situarse en sus puestos junto a las barras del cabrestante. Así
hubiera estado mil veces más cansado, nada en el mundo hubiera podido hacerme
Aquella noche la pasamos en el natural ajetreo que precede a zarpar, dando las
últimas disposiciones sobre los pertrechos, y atendiendo a las amistades del
squire, que como el señor Blandly y otros, se acercaban con sus botes a desear
una buena travesía y un feliz regreso. Jamás en la «Almirante Benbow» había yo
pasado noche tan agitada; y rendido por la fatiga me sorprendió, poco antes del
amanecer, el silbato del contramaestre y el movimiento de la tripulación
empezando a situarse en sus puestos junto a las barras del cabrestante. Así
hubiera estado mil veces más cansado, nada en el mundo hubiera podido hacerme
abandonar en ese momento la cubierta. Todo era tan nuevo y fascinante para mí:
las voces de órdenes, las agudas notas del silbato, los marineros que corrían a
ocupar sus puestos bajo la luz de los faroles.
-¡Barbecue! -gritó alguien-, ¡cántanos una canción!
-Aquella antigua canción -dijo otro.
-Bien, bien, compañeros -dijoJohn «el Largo», que apoyado en su muleta los
miraba; y entonces empezó a cantar aquella canción que tantas veces ya había yo
escuchado:

«Quince hombres en el cofre del muerto... »

Y toda la tripulación coreó sus palabras:

«¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Y una botella de ron!»

Y con la tercera carcajada, las barras empezaron a girar briosamente.
A pesar de la emoción, mi pensamiento me llevó a la vieja «Almirante Benbow»,
y creí oír de nuevo la voz del capitán que se unía a la de estos marineros. El
ancla surgió de las a echar un párrafo con el viejo John. Eres

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Respuesta dada por: samuellaraescobar
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Respuesta:

y las preguntas

no entiendo

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