.¿Cuál es la idea principal del texto?
.¿Cuándo tiene lugar los acontecimientos narrados?
.Significado de "PIEL ROJA"
Una tarde invité a mis compañeros a venir a casa para
jugar a los cowboys. Estábamos en el jardín y mamá
nos había dicho que nos llamaría para merendar.
–Bueno –dije yo–, vamos a ver: yo soy el bueno y
tengo un caballo blanco, y vosotros sois los bandi-
dos, pero al final gano yo.
Los otros no estaban de acuerdo, lo cual es un rollo;
cuando uno juega solo, no se divierte; y cuando no
se está solo, los demás arman un montón de discu-
siones.
–¿Por qué no voy a ser yo el bueno? –dijo Eudes–; y,
además, ¿por qué no voy a tener un caballo blanco
también yo?
–¿Y quién será el prisionero? –pregunté yo.
–Bueno, será Godofredo –dijo Eudes–. Vamos a
atarlo al árbol con la cuerda de tender la ropa.
–¡Eso no está bien! –dijo Godofredo–. ¿Por qué yo?
No quiero ser el prisionero; ¡soy el mejor vestido de
todos!
–¿A qué viene eso? –dijo Eudes–. ¡Yo no me niego a
jugar, aunque tengo un caballo blanco!
–¡Quien tiene el caballo blanco soy yo! –dije.
Eudes se enfadó y dijo que el caballo blanco era de
él y que si no me gustaba me daría un puñetazo en
la nariz.
–¡Prueba! –le dije. Y lo consiguió.
Rufo silbaba a todo silbar y decía:
–Síii, soy el sheriff, síii, y os detengo a todos.
Y Alcestes le dio un hachazo en el quepis, diciendo
que lo hacía prisionero. Y Rufo se enfadó porque su
silbato había caído en la hierba. Y yo lloraba y le de-
cía a Eudes que estaba en mi casa y que no quería
volver a verlo. Todos gritaban; era estupendo. Nos lo
pasábamos fenómeno.
Y después papá salió de casa. No tenía pinta de es-
tar muy satisfecho.
–¡Eh, chicos! ¿Qué es todo este barullo? ¿Es que no
sabéis divertiros tranquilamente?
–La culpa es de Godofredo, señor; no quiere ser el
prisionero –dijo Eudes.
–Vamos, niños, voy a enseñaros cómo hay que jugar
–dijo papá–. ¡Yo seré el prisionero!
¡Estábamos realmente encantados! ¡Es estupendo
mi papá! Atamos a papá al árbol con la cuerda de la
ropa y en cuanto acabamos, vimos al señor Blédurt
saltar el seto del jardín. El señor Blédurt es nuestro
vecino y le encanta tomarle el pelo a papá.
–Yo también quiero jugar. ¡Seré un piel roja!
–¡Sal de aquí, Blédurt, nadie te ha llamado!
El señor Blédurt era formidable; se puso delante de
papá con los brazos cruzados y dijo:
–¡Que el rostro pálido contenga su lengua!
Papá hacía esfuerzos graciosísimos para soltarse del
árbol y el señor Blédurt se puso a bailar alrededor
del árbol lanzando gritos. Nos habría gustado que-
darnos para ver a papá y al señor Blédurt divertirse y
hacer el payaso; pero no pudimos, porque mamá
nos llamó a merendar, y después fuimos a mi cuarto
a jugar con el tren eléctrico. Lo que yo no sabía es
que a papá le gustase tanto jugar a los cowboys.
Cuando bajamos, ya por la noche, el señor Blédurt
se había marchado hacía un buen rato, pero papá
seguía atado al árbol, gritando y haciendo muecas.
¡Es formidable saber divertirse así, uno solo!
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roja
daaaaaaaaa
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