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Ganar más: Las sinergias entre el ganado y los árboles permiten que un sistema combinado pueda producir más ingresos que un sistema solo. Las vacas que gozan de un bienestar producen más leche y carne de mayor calidad.
Combatir el cambio climático: Cuando se planta en pastura degradada, los árboles capturan el dióxido de carbono. Un proyecto silvopastoral en Colombia ha aumentado la captura de dióxido de carbono en ocho toneladas por hectárea. Los sistemas silvopastorales son también beneficiosos para las cuencas y la biodiversidad.
Tener acceso a financiamiento: Puede ser difícil encontrar inversionistas para las plantaciones forestales dado el flujo de caja de este tipo de compañías. Los árboles se cosechan cuando están maduros, lo que implica que todos los ingresos se generan al final, por lo menos siete años después de la inversión. A los banqueros no les gusta este riesgo. Con el ganado, hay ingresos cada año y el ganadero puede repagar el préstamo mientras que crecen los árboles.
Hacer más con menos: La siembra de dos cultivos permite que un productor produzca más. Dado el desafío global de alimentar a nueve mil millones de personas para 2050, este es un beneficio importante.
Adaptarse a las condiciones locales: Los sistemas silvopastorales pueden ser modificados para enfocarse más a actividades forestales o el ganado en función de las necesidades de los productores. Después de mi visita a Paraguay, donde se prioriza la silvicultura, viajé a Brasil, donde los productores lecheros con los que hablé preferían optimizar la producción de leche. Los productores lecheros plantaron los árboles en menor densidad para que entrara más luz para la pastura, pero manteniendo, a la vez, algo de sombra para el ganado.