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Había una vez una pequeña ardilla que no sabia como coger las castañuelas del árbol,a pesar de que su naturaleza estaba perfectamente diseñada para tal fin.
Pero es que era tanta la pereza de la ardilla a intentarlo por sí misma que ni siquiera se daba cuenta de estas cosas, o sea, de que fácilmente podría hacerlo si se lo propusiera por estar totalmente equipada con lo necesario.
La pequeña miraba al árbol y solo veía las castañuelas, las quería, y solo podía enfocar su mente en conseguir unas castañuelas a como diera lugar, pero por alguna extraña razón no concebía la idea de hacerlo ella misma.
Se quedo esperando a que alguien que pasara la ayudara, quizá señor conejo sepa que hacer, o berta, el pájaro más amigable de todos los alrededores del maravilloso mundo de Crealandia donde residía la ardilla.
Tanto espero que llego el invierno y la mato de frio, estaba tan flaca que ni los lobos la tocaron cuando encontraron su cuerpo mortecino con un dedo señalando hacia las castañuelas.
Pero es que era tanta la pereza de la ardilla a intentarlo por sí misma que ni siquiera se daba cuenta de estas cosas, o sea, de que fácilmente podría hacerlo si se lo propusiera por estar totalmente equipada con lo necesario.
La pequeña miraba al árbol y solo veía las castañuelas, las quería, y solo podía enfocar su mente en conseguir unas castañuelas a como diera lugar, pero por alguna extraña razón no concebía la idea de hacerlo ella misma.
Se quedo esperando a que alguien que pasara la ayudara, quizá señor conejo sepa que hacer, o berta, el pájaro más amigable de todos los alrededores del maravilloso mundo de Crealandia donde residía la ardilla.
Tanto espero que llego el invierno y la mato de frio, estaba tan flaca que ni los lobos la tocaron cuando encontraron su cuerpo mortecino con un dedo señalando hacia las castañuelas.
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