Respuestas
El Imperio Bizantino surgió en el siglo IV cuando el emperador Teodosio dividió en 2 el Imperio Romano :
Imperio Romano de Occidente con su capital el Roma.
Se debilitó y cayó en manos de los bárbaros en el siglo V. Y la iglesia se llamaba la Iglesia Católica de Occidente
Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino con su capital en Bizancio , la cual se le cambió de nombre tiempo despues a Constantinopla .
Repelió los ataques de los bárbaros y fue un estado independiente a mediados del siglo XV . La iglesia se llamaba La Iglesia Ortodoxa de Oriente . Ahí el sacerdote mas importante pidió que se le dieran los mismos derechos que el sacerdote maximo del de Roma, por eso se le llamó Patriarca de Constantinopla .
Características del Imperio Bizantino:
Estabilidad y permanencia de las institucionesFlorecimiento económico y cultural1.Territorios
Inicialmente, los territorios del Imperio Bizantino correspondían a los de Grecia, Egipto, Turquía, Rumanía, los Balcanes, Libia, Egipto, Siria, Palestina y Mesopotamia, que eran las provincias romanas orientales. Sin embargo, bajo el reinado del emperador Justiniano I (527-565) el imperio alcanzaría sus máximas fronteras, haciéndose también con Italia, el sur de España y todo el litoral del África mediterránea.
Sin embargo, estas fronteras fueron cambiantes e inestables, y hacia la época de su caída en el siglo XIII, bajo la invasión del Imperio Otomano, los territorios del Imperio Bizantino se limitaban a Grecia y Turquía.
2.Población
La población del Imperio era variada, y en su época de apogeo alcanzó los 34.000.000 de habitantes, con una densidad promedio de 13,6 habitantes por kilómetro cuadrado. Se estima, no obstante, que en los siglos sucesivos la población disminuyera (debido a las guerras, pestes y la pérdida de territorio) a 18.000.000 (siglo XI) y 3.000.000 (siglo XIII).
3.Nombre
El término “Imperio Bizantino” jamás fue utilizado por ningún ciudadano del mismo durante sus más de mil años de existencia. Los habitantes del Imperio preferían llamarse a sí mismos “romanos”, empleando para ello el término griego: romioi, equivalente a griegos cristianos con ciudadanía romana.
Por lo tanto, el nombre del Estado fue simplemente Imperio Romano (Basilea romanion), a pesar de ser llamado Imperio Griego por el resto de las naciones occidentales, debido a su preferencia por el idioma griego en lugar del latín.
El nombre “Imperio Bizantino” se acuñaría en el siglo XVI por el estudioso alemán Hieronymus Wolf, y se haría popular mucho después, en el siglo XVIII, gracias a los autores franceses como Montesquieu.
4.Identidad
Los ciudadanos del Imperio Bizantino se sintieron siempre mucho más griegos, y de hecho adoptaron la tradición helénica y la lengua griega, sin que eso fuera en contra de su sentirse romanos.
Hacia el siglo VII, de hecho, una serie de reformas en ese sentido lo había distinguido bastante del Imperio Romano occidental: el clásico título “augustus” latino fue sustituido por “basileus” (rey, emperador) y la lengua administrativa del imperio pasó a ser el griego oficialmente. Incluso se enorgullecían de sus ancestros helénicos, si bien eran previos al cristianismo, la religión oficial del Imperio.
Este patriotismo, reflejado en sus producciones artísticas y literarias, no impedía sin embargo que el Bizancio fuera el centro de un Estado multiétnico, centro de múltiples rutas comerciales que la hicieron capital del mundo de su época.
Reinado de Justiniano
El apogeo del Imperio Bizantino ocurrió durante el reinado e Justiniano I, en el siglo VI. La victoria frente a los persas en la frontera oriental del Imperio le permitió a Bizancio emprender una campaña de recuperación de los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente que ya había finalizado y se repartía entre diversos reinos bárbaros. Así, el Imperio se adueñó de nuevo de las costas mediterráneas del norte de África, de Italia y del sur de España.
Durante esta época se vivió un esplendor cultural sin parangón, cuyo mejor ejemplo es el templo de Santa Sofía, erigido en Bizancio como símbolo del renacimiento imperial. Sin embargo, los esfuerzos bélicos tuvieron su costo y sumieron al Imperio en un siglo venidero de crisis económica y de peste, fruto de la cual pereció un tercio de la población de Constantinopla.
5.Edad oscura
Los siglos VI y VII constituyen épocas de crisis para el Imperio Romano de Oriente, asediado en múltiples fronteras por enemigos diversos: los persas retomaron su lucha en el este, los búlgaros y eslavos hicieron lo propio en el norte, y el Islam conquistó en el Medio Oriente los territorios más ricos del Imperio: Siria, Palestina y Egipto.
Los emperadores se sucedieron en el trono sin lograr restablecer la fortaleza imperial, cediendo a las conquistas bárbaras el Tíber y casi toda Italia, e incluso teniendo que defender Constantinopla del asedio de los ávaros y los eslavos en 626.
Por si fuera poco, las guerras intestinas desgarraron el imperio, como la revuelta de los iconoclastas entre 726 y 843, y una serie de transformaciones teológicas que darían como resultado la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
6.Renacimiento macedonio
A este período siguió una recuperación importante del Imperio, regido por una dinastía de reyes macedónicos y caracterizada por el crecimiento de las discrepancias entre el cristianismo oriental y occidental.
El punto más álgido de ello fue la mutua excomunión del Papa Nicolás I y el Patriarca de Constantinopla Focio, en lo que se conoce como el cisma de Focio y que permitió la separación de las iglesias. La ruptura definitiva entre ambas se daría en 1054.