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5, 13-16) Qué dicha la nuestra, la de ser considerados por el Maestro sal de la tierra y luz del mundo. Cuánta responsabilidad deposita en nuestra vida, porque Jesús no dice “tienen que ser”, sino “son”.
La sal y la luz tienen una dimensión primordial: Ser para los otros. Lo propio de la luz y de la sal es ser de utilidad para los demás. Porque Jesús puso toda su vida al servicio de los demás, por eso, pudo decir de sí mismo: “Yo soy la luz en el mundo”
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