En clases se comentó que en la Universidad del Bio-Bio (Campus Chillán) hacia el año 1992, se había realizado un congreso internacional de estudios de etruscología, donde los expertos acordaron que el origen de los etruscos:
A) Había que buscarlos en la región del Mar Negro
B) Había que relacionarlos con los comerciantes griegos que navegan por el M. Mediterráneo
C) Estaba necesariamente vinculado al nacimiento de la ciudad de Roma
D) Estaba al interior de la península itálica
Respuestas
Respuesta:
En la cola reside indudablemente el equilibrio físico, y yo creo que también el sentido del equilibrio intelectual de los mamíferos. Me dicen que un pobre perro sin cola es incapaz de pasar un puente estrecho; esto, aun cuando no fuera cierto, es verosímil y lógico. La cola es para el animalillo como la palanca que el bailarín lleva en la cuerda y que le ayuda a distribuir las fuerzas y los pesos.
Ahora bien: un perro sin cola es, además, el pequeño ser melancólico y chiflado por excelencia; ambulante y lleno de leves caprichos, parece que un eje secreto se ha roto en él, que falta a su vida una dirección precisa y ordenada, que su existencia ya no tiene razón de ser porque ha perdido su fin ideal. No me extrañaría que ese perro se hiciera misántropo y hasta que empezara a elucubrar teorías metafísicas y a preguntarse qué puede haber más allá de la vida y cuál es el principio y el fin de las cosas. Claro: el infeliz ha perdido el sentido del equilibrio intelectual, se ha desorbitado, es casi un hombre.
¿Y el hombre? ¿La falta, o mejor dicho, la pérdida de la cola ha influido en él espiritualmente? ¿Por qué entonces, afirmaba Pascal "que el hombre es el único ser imperfecto" y por qué solía decir el doctor Garavito, que el hombre "es un animal loco"? sí, el hombre es un animal loco e imperfecto; una ruptura primordial lo ha descentrado, el hombre tiende siempre a salirse de la órbita que le ha sido designada en la naturaleza. La sabiduría y la perfección de los otros animales, sobre todo de los que tienen cola, está en el sometimiento inconsciente y maravilloso a su destino; el caballo, por ejemplo, nunca desearía dejar de ser caballo; tranquilo y feliz, vive sujeto a su sino, y no trata de salirse de la escala que le corresponde en la naturaleza; es perfecto. El hombre, en cambio, trata de modificarse a sí mismo, lleno de ansias infinitas, complicando su existencia cada día un poco más; solo en él se encuentra el descontento metafísico, la inconformidad trascendental; solo él no es feliz.
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