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La Historia Antigua y, en particular, la historiografía del mundo romano no es ajena a este fenómeno. Cada año se publican en el
mundo miles de artículos y centenares de libros sobre los temas
más diversos, aunque sólo unos pocos suponen cambios sustanciales en los conocimientos adquiridos. Pero también es cierto que
una nueva fuente de información, una novedosa reinterpretación
puede cambiar la percepción del «universo» romano y, en consecuencia, su interpretación, comprensión y explicación. No obstante, estos cambios historiográficos son más notorios en unos períodos que en otros, por razones obvias: el mito se presta más a la
interpretación que la economía; la legislación es menos discutible
que la estructura social; en fin, los sistemas políticos suelen ser más
perdurables que las creencias religiosas. En su ciclo vital un romano podía cambiar de creencias (de los dioses domésticos a los
públicos, de éstos a los «extranjeros»), pero pocos vivieron la experiencia histórica del paso de un sistema político determinado a
otro diferente: de la Monarquía a la República; de ésta al Imperio;
dentro de éste incluso del Principado al Dominado. Por otra parte,
se constata fácilmente que los períodos más tempranos son también
los peor documentados y, en consecuencia, sujetos a todo tipo de
lucubraciones. Desde la protohistoria italiana hasta la desaparición del Imperio Romano de Occidente en 476 hay casi quince siglos de evolución histórica aunque, a decir verdad, la historia romana propiamente dicha no es anterior al siglo vil a.C. ni posterior
a mediados del v. A medida que se avanza en el tiempo cambia
también el tipo de fuente de información; las fuentes arqueológicas
van dejando paso a las «escritas», y más tarde las fuentes literarias
a las «historiográficas» sensu stricto. No obstante, la historiografía
reciente ha puesto finalmente — por así decirlo— orden en el caos
y hoy el «discurso arcaico» tiene poco o nada que ver con el de
hace tan sólo dos décadas. Algo similar puede decirse del período
«republicano», aunque aquí la tendencia es anterior. Baste recordar
que una obra como La revolución romana de R. Syme, dedicada a
los últimos decenios republicanos y que significa un salto cualitativo en este tipo de estudios, se publicó por primera vez en Oxford,
1939, con una reimpresión en 1968, aunque la traducción española es de 1989. Pero tópicos e innovaciones son también frecuentes
en el análisis histórico del período imperial y, especialmente, en la
Roma bajoimperial. Aquí el problema principal estriba en el res-
Introducción
peto consuetudinario que, salvo raras excepciones, la historiografía
ha dispensado a la evolución cronológica por emperadores y dinastías. Ciertamente, resulta difícil, no ya romper con la costumbre
historiográfíca al uso, sino ante todo presentar una alternativa de
análisis que resulte satisfactoria sin inducir a la confusión. Son
tantos los emperadores y tan diferentes — aun dentro de una misma
dinastía— en su obra política, económica, social, cultural o ideológica que resulta difícil asociar a unos y otros sin caer en tópicos
o generalidades inadecuadas. En otras ocasiones la incongruencia
es manifiesta o cuando se proponen análisis teóricos que, aun siendo necesarios, no se corresponden con los hechos. Qué decir del
Siglo de oro (saeculum aureum, como decían los romanos), de la
crisis del m, de la decadencia del iv y v, de las invasiones gérmanicas, del esclavismo altoimperial, de la marginación de la mujer,
del status, de la moderatio imperial, de las persecuciones contra los
cristianos. Todos estos conceptos y muchos más son aquí revisados
y en general sustituidos por otros que resultan más adecuados al estado actual de conocimiento de los distintos temas. En estas y
otras muchas cuestiones no se ha aceptado aquí el paradigma de la
historiografía tradicional, sino que, por el contrario, siempre que ha
sido posible se ha formulado una nueva tesis alternativa fundamentada en datos y argumentos, en los materiales incluidos en los
Apéndices (A-E) que figuran al final del volumen: bibliografía
comentada, términos técnicos, prosopografía, cronología, material gráfico. Éstos pretenden suplir la información complementaria
que, en un estudio como éste, suele incluirse en las notas a pie de
página.
Explicación:
Espero q te sirva