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Explicación:
Hace tres años, el término Industria 4.0 (cuarta revolución industrial) apenas era conocido entre nosotros. Fue en el marco de la feria de Hannover de 2013 cuando despertó el interés de las empresas. Progresivamente, los sindicatos, los trabajadores, los políticos y la misma sociedad han tomado conciencia de que nos encontramos ante un fenómeno que va a provocar profundos cambios en la movilidad, en los sistemas productivos y, finalmente, en la conservación del medio ambiente. En Singapur, por ejemplo, en cinco años habrá 100 millones de objetos inteligentes, debido a internet of the things que conectará a la Red los objetos cotidianos: neveras, lámparas, coches, ventiladores, calzado o farolas.
Aunque algunos estudios recogen más de 104 definiciones de Industria 4.0, en general los autores coinciden en afirmar que consiste en una nueva organización y gestión de la cadena de valor a través de todo el ciclo de vida del producto hasta su reciclaje final. El producto es seguido, a través de internet, desde su gestación, proceso de producción, utilización hasta su destrucción. Por tanto, punto central de la Industria 4.0 es la conexión inteligente y eficiente, vertical y horizontal de los trabajadores, los robots, los objetos y los sistemas TIC en el marco de una gestión dinámica de sistemas complejos.
Estos cambios tan profundos afectan a las empresas, en general y a nuevos modelos de negocio. VW va a invertir billones de euros en el plan Strategie 2025, con el fin de cambiar el núcleo de su negocio “Kerngeschäft”, basado en la E-movilidad, conducción autónoma y fábricas smart.
Según un estudio de la OCDE, The Risk of Automation for Jobs in OECD Countries, de mayo de 2015, Austria, Alemania y España son, por este orden, los tres países de los 21 miembros de dicha organización que más se verán afectados por la cuarta revolución industrial.