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Respuesta:
No a la literatura burguesa del sentimiento personalista con sus atardeceres, sus recuerdos, sus penas, sus insatisfacciones… -No a los encabalgamientos con largos periodos sintácticos. -No a los razonamientos como núcleos temáticos del poema.
Explicación:Dos han sido las razones que las vanguardias esgrimieron para rechazar el arte «artístico» o «elevado» (sin caer en la cuenta de que en este rechazo se operaba una elevación, y no un rebajamiento, respecto a ese arte «elevado») La primera de ellas es la constatación de la mercantilización del arte, esto es, que el arte toma los modos de producción industriales. Y la segunda, consecuencia de la anterior, es la aparición del arte de masas, que sustituye al arte aristócrata o selecto anterior. Frente al arte industrial y al arte de masas propusieron un arte de vanguardia, que escapase a las «redes» del mercado y a la facilidad de consumo.
Mercantilización del arte
Tras la caída de las instituciones en las que se apoyaba el arte, a saber, la Iglesia y el antiguo régimen, el arte se vio sometido a las mismas reglas de la mercancía y de la competencia que cualquier otro producto comercializado. Cuando las instituciones de la iglesia, de la nobleza y de la realeza eran el objeto del arte, la obra de arte no era una simple mercancía, sino que tenía un sentido o un valor. Este sentido o valor consistía en la ideología que venían a confirmar o a extender las obras de arte, o en una performatividad de legitimación de las diferencias establecidas por las instituciones. Así, por ejemplo, en un auto de Calderón, a la vez que se adoctrina sobre la dogmática contrarreformista, se marca la separación entre la corte (ante quien se representaban los autos) y los súbditos; la separación de los súbditos frente a unos reyes católicos cuya misión era defender y extender el imperio católico. Aunque existiera un mercado artístico, los cuadros se compraban, se pagaba a los autores teatrales y a los escultores que realizaban retablos, el valor comercial era ocultado frente al valor ideológico y performativo. Muchas de las obras de arte eran insustituibles. El retrato de Felipe IV no podía funcionar en una sacristía, en una casa palaciega o en otra corte, de igual modo que el retablo de una iglesia de un pueblo difícilmente podría funcionar en otro pueblo, con patrones y vírgenes distintas.