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Respuesta:
Tras la caída del Imperio, Italia, sufrió una serie de invasiones germánicas, alternadas con intentos bizantinos y francos de reconstruir la unidad del Imperio romano.4 Roma, sede del papado y fuente de legitimidad imperial, fue en esos tiempos un foco que atrajo a figuras como Justiniano I y Carlomagno.
Durante la Edad Media, Italia, se convertiría en un mosaico de estados y ciudades-estado (llamadas liberi comuni) a menudo en lucha entre sí para conseguir la hegemonía sobre el resto, con frecuentes intervenciones de las potencias circundantes y de la Santa Sede que, a través de la figura del papa en calidad de soberano, gobernaba buena parte del centro de Italia en el territorio conocido como Estados Pontificios, con capital en Roma.5
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