• Asignatura: Religión
  • Autor: luzdanielapena5
  • hace 1 año

Su nacimiento e infancia ocupan solamente diez versos (Éxodo 2,1-10). Era un niño cuya madre


y hermana se habían enterado de los planes diabólicos del Faraón de matar a los niños hebreos.


Ellas lo escondieron astutamente en un cesto que flotaba a las orillas del Nilo. Fue el niño que


después sería protegido del mal por la hija del Faraón, que sacó al niño del agua y lo crio en la


corte real de Egipto.

Es el Moisés adulto quien nos llama la atención en este Año de la Fe. La primera escena de su


edad adulta (2,11-22) lo encuentra atacando de muerte a un cruel capataz de esclavos que


estaba maltratando a uno de los hebreos. Con la muerte del capataz egipcio, Moisés se


convierte en prófugo de la justicia, dispuesto a refugiarse en tierra extraña.

En el desierto de Midián se hace amigo de un sacerdote pastor, se casa con una de sus hijas y


empieza a asentarse en una vida familiar. Moisés pasa sus días en la rutina ordinaria de cuidar


un rebaño de ovejas. Caminaría por el desierto con ellas buscando signos de agua y zonas de


sombra al pie de colinas rocosas y montañas. ¡Nunca se hubiera imaginado una zarza ardiente


sin consumirse o un encuentro divino que lo consumiría!


Antes de esa escena famosa leemos: "Los israelitas gemían en su esclavitud y clamaban, y


desde su esclavitud, su grito de auxilio subió a Dios. Dios escuchó su gemido y recordó su


alianza con Abraham, Isaac y Jacob. Dios vio a los israelitas, y Dios supo…" (2,23b-24). Esta es


la primera vez que escuchamos un lamento público de los oprimidos. Al expresar su dolor, de


alguna manera están reconociendo que son impotentes. Al mismo tiempo, reconocen que Dios


puede obrar poderosamente a favor de ellos. Y de hecho, Dios así lo hace.


Aquí es donde empezamos a ver que el Dios de la zarza ardiente, el Dios de Israel, es distinto de


otros supuestos dioses. El Dios de Israel no puede ser sobornado y no es sordo a la necesidad


humana. El Dios de Israel, en contraste con el propio Faraón, alivia el dolor en lugar de


ahondarlo. El Dios de Israel "vio" y "supo" que sufrían. Este conocer divino no se trata de reunir


información; más bien es un compartir íntimo de la experiencia del dolor. Cuando escuchamos


que Dios recuerda la alianza, o que recuerda a Israel, no quiere decir que de alguna manera,


Dios los había olvidado.


La manera de ver y conocer de Dios nos indica que Dios renueva con fervor el compromiso de


estar con ellos. Dios utiliza su desgarrada apertura para comenzar a transformar su situación y a transformarlos personalmente. Y Dios utiliza a un hombre corriente, Moisés, para comenzar su trabajo. El encuentro de Moisés con lo divino no ocurrió de manera convencional o en un lugar predecible. No viajó a un lugar santo a buscar el encuentro. Estaba haciendo algo bien mundano — cuidar de sus ovejas — y Dios vino a buscarle. Moisés no era un hombre excepcional. Pero era atento, abierto y curioso. Prestaba atención a su entorno, vio un momento de oportunidad y el suelo que pisaba se hizo sagrado. Se hizo sagrado porque es ahí donde se encontró con Dios. Se hizo sagrado porque, después de algo de duda — de hecho, cinco objeciones — respondió a Dios en ese lugar con la palabra hebrea "Hineni", que significa "Aquí estoy" (3,4). En este Año de la Fe tenemos la misma oportunidad que tuvo Moisés. Podemos seguir en la rutina de nuestras vidas, pero hacerlo con una atención que nos ayude a reconocer la presencia de Dios. Podemos estar dispuestos a dejar la rutina cuando se nos invita e incluso se nos urge a hacer algo extraordinario en respuesta a Dios.


Escribe la enseñanza que deja la lectura.


Ayuda porfa es para hoy... Doy coronita

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Respuesta dada por: fe4184315
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luzdanielapena5: No pues gracias por la ayuda
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