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La limosna. Compartir el dinero que se tiene con alguien más necesitado, sin mirar de quién se trata, es considerado el acto caritativo por excelencia en la sociedad capitalista moderna. Debe entenderse distinto, no obstante, de la filantropía, que es la solidaridad con iniciativas consideradas moralmente valiosas o dignas de ayuda monetaria.
Dar comida al hambriento. Otro gesto supremo de caridad, que consiste en alimentar a los demás sin esperar pago ni retribución alguna, simplemente por hacer el bien de aplacar el hambre sobre la tierra. Es llevado a cabo por numerosas instituciones benéficas locales e internacionales, entre ellas distintas Iglesias y ONG’s.
Obsequiar ropa. Tradicionalmente se obsequia la ropa vieja o en desuso y esto se entiende como un gesto de compasión con los desposeídos; sin embargo la verdadera caridad cristiana radicaría en entregar la ropa en uso y en condiciones a aquellos que no poseen nada.
Socorrer al extraño. La compasión y la empatía en situaciones de riesgo o de fragilidad que vive algún desconocido tendrían que producirse en un alma caritativa, que estaría dispuesta a brindar ayuda a quienes no tienen vínculo alguno con ella y sin esperar ninguna forma de retribución presente ni futura a cambio. Esto incluye, por ejemplo, levantar la voz ante la defensa de los derechos de los demás, de las minorías y de aquellos que no puedan hacerlo por voz propia.
Ayudar desinteresadamente. Ya sea el clásico ejemplo de ayudar a la viejita a cruzar la calle o de cederle el asiento a una mujer embarazada, la caridad supone brindar una mano amable al necesitado y anteponer su bienestar al nuestro. En la cotidianidad pueden darse múltiples ejemplos prácticos de conductas caritativas para con niños, ancianos o personas discapacitadas.
Servir a los demás. La caridad cristiana implica la renuncia a los egoísmos y abrazar el goce de dar, por lo que brindar a los demás un servicio desinteresado es un buen ejemplo de ello. Por ejemplo, ayudar a alguien a trasladar un objeto pesado, a encontrar a un familiar extraviado o a recoger lo que se le ha caído, incluso si en este último caso pudiéramos extraer un beneficio individual y egoísta al adueñarnos de ello.
Perdonar. En muchas ocasiones el perdón puede convertirse en un acto de caridad, sobre todo en situaciones en que nuestros agresores necesiten hacer las paces con el daño que nos causaron. Perdonar a quien nos ofende es un mandato cristiano contenido en no pocas de sus oraciones (como el Pater noster), y es valorado como una forma de desprendimiento de rencores y rencillas, una forma de amar incluso a quienes nos ofenden.
Contemplar a los demás. Actuar de manera responsable incluso con aquellos a quienes no conocemos o no conoceremos, es también una forma de caridad. Por ejemplo, al recoger los restos de la mesa en que comimos en un restaurante de comida rápida, estamos pensando en el siguiente que la utilice, aunque no sepamos quién es ni vaya jamás a agradecérnoslo.
Visitar a los enfermos. Una de las obras de misericordia católicas, consiste en visitar al herido o al enfermo y brindarle apoyo afectivo, material o de la índole que sea, incluso si se trata de una persona ajena a nuestro entorno familiar o cercano.
Enterrar a los muertos. Este rito, común a muchas vertientes culturales del mundo entero, es entendida en su mayoría como un acto de respeto y caridad por los difuntos, para permitir su descanso apropiado lejos de la intemperie y de los elementos. Dejar pudrir el cadáver de alguien o alimentar con su cuerpo a los animales, de hecho, solía ser un acto de humillación post mortem en las épocas antiguas, ya que su espíritu era incapaz luego de descansar en paz.
Consolar al triste. Brindar consuelo y empatía a quienes han perdido algo o a alguien muy preciado, incluso si se trata de desconocidos o, aún más, de rivales o personas desafectas, es un gesto de caridad importante, que nos hermana a todos a partir del duelo y de la pérdida, así como de la muerte que a todos nos espera al final de nuestro recorrido vital.
Liberar al cautivo. Otra de las obras de misericordia propuestas por el catolicismo, parece estar alejada del reino de las leyes de los hombres (la jurisprudencia), pero su origen se remonta a los tiempos de la esclavitud. Hoy en día, sin embargo, alude en todo caso a la compasión por aquellos que han cometido errores y los expían en la cárcel y evitar el ensañamiento contra los que se han equivocado.
Explicación:
espero que te sirva