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La última frontera de la química:
Las moléculas del medio interestelar deben romper las reglas para crear la materia del espacio.
El paisaje podría ser el guión de una película post-apocalíptica. Es un entorno extremo, barrido por intensa radiación, feroces vientos y ondas de choque procedentes de violentas explosiones. Aún en esta desolación, una especie perdura. No sólo están las caras comunes y corrientes, hay algo más, sugieren las pruebas, una variopinta tripulación: bandas galácticas que harían encogerse a Mad Max. Algunas están adornadas con metal; otras son radicales impacientes por reaccionar, recorridas con cargas positivas y, según muestra una nueva investigación, incluso negativas.
Estas especies son las moléculas del espacio, los compuestos químicos cósmicos que moran en el vacío mundo de tinieblas entre las estrellas. Tras décadas catalogando estos especímenes químicos, los científicos están recibiendo ahora un torrente de datos que puede llevar a una mejor comprensión de las reacciones que crean y destruyen los compuestos cósmicos.
Los investigadores están centrándose en las especies reactivas renegadas, incorporando a estos actores en modelos de los ciclos de vida que gobiernan la química espacial. Los eléctricos personajes pueden desempeñar grandes papeles interestelares en la formación de moléculas complejas más grandes – y tal vez ser los principales candidatos para la vida.
Los habitantes químicos del espacio están íntimamente vinculados a la formación estelar y el gran ciclo cósmico que da lugar a los sistemas planetarios. Los científicos esperan que la exploración química del medio interestelar con su gas y motas de polvo revele pistas sobre el nacimiento y evolución de las galaxias, estrellas y planetas. Ademas de este objetivo está la emoción de retirar la envoltura química, estudiando una frontera no cartografiada. Es una empresa a la que ayudarán nuevos telescopios, novedosas técnicas de laboratorio y teorías astronómicas y aún más cosas.
“Estamos intentando comprender y atacar los principios químicos fundamentales”, dice el astroquímico Anthony Remijan del Observatorio Nacional de Radio Astronomía (NRAO) en Charlottesville, Virginia. “Estamos tomando los principios químicos más fundamentales que conocemos y amamos y vemos si se mantienen en las extremas condiciones del espacio interestelar”.
Las moléculas del medio interestelar deben romper las reglas para crear la materia del espacio.
El paisaje podría ser el guión de una película post-apocalíptica. Es un entorno extremo, barrido por intensa radiación, feroces vientos y ondas de choque procedentes de violentas explosiones. Aún en esta desolación, una especie perdura. No sólo están las caras comunes y corrientes, hay algo más, sugieren las pruebas, una variopinta tripulación: bandas galácticas que harían encogerse a Mad Max. Algunas están adornadas con metal; otras son radicales impacientes por reaccionar, recorridas con cargas positivas y, según muestra una nueva investigación, incluso negativas.
Estas especies son las moléculas del espacio, los compuestos químicos cósmicos que moran en el vacío mundo de tinieblas entre las estrellas. Tras décadas catalogando estos especímenes químicos, los científicos están recibiendo ahora un torrente de datos que puede llevar a una mejor comprensión de las reacciones que crean y destruyen los compuestos cósmicos.
Los investigadores están centrándose en las especies reactivas renegadas, incorporando a estos actores en modelos de los ciclos de vida que gobiernan la química espacial. Los eléctricos personajes pueden desempeñar grandes papeles interestelares en la formación de moléculas complejas más grandes – y tal vez ser los principales candidatos para la vida.
Los habitantes químicos del espacio están íntimamente vinculados a la formación estelar y el gran ciclo cósmico que da lugar a los sistemas planetarios. Los científicos esperan que la exploración química del medio interestelar con su gas y motas de polvo revele pistas sobre el nacimiento y evolución de las galaxias, estrellas y planetas. Ademas de este objetivo está la emoción de retirar la envoltura química, estudiando una frontera no cartografiada. Es una empresa a la que ayudarán nuevos telescopios, novedosas técnicas de laboratorio y teorías astronómicas y aún más cosas.
“Estamos intentando comprender y atacar los principios químicos fundamentales”, dice el astroquímico Anthony Remijan del Observatorio Nacional de Radio Astronomía (NRAO) en Charlottesville, Virginia. “Estamos tomando los principios químicos más fundamentales que conocemos y amamos y vemos si se mantienen en las extremas condiciones del espacio interestelar”.
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