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Después de las atrocidades, dos son las principales oportunidades que tienen las sociedades para promover la rendición de cuentas, el reconocimiento de lo ocurrido y las reformas. La primera se presenta después del derrocamiento de un régimen, con frecuencia mediante una revolución y, en ocasiones, a través de unas elecciones. La segunda surge cuando un proceso de paz pone fin a un conflicto, como ocurrió en Guatemala, Sudáfrica, El Salvador, Sierra Leona y Colombia.
Este tipo de procesos deben plantearse cómo afrontar el legado del conflicto partiendo de las cláusulas del acuerdo de paz. ¿Qué clase de justicia puede alcanzarse? ¿Cómo hay que tratar a las víctimas de violaciones de derechos masivas durante el proceso? ¿Qué clase de castigo habría que aplicar? ¿Y cómo puede la justicia desempeñar un papel constructivo a la hora de forjar una paz duradera?
En este sentido, el ejemplo más claro de la labor del ICTJ se observa en Colombia, donde hemos desempeñado un papel de confianza y constructivo en las conversaciones de paz entre el Gobierno y las FARC. Ese papel lo reconocieron ambas partes al invitarnos a participar en sus negociaciones, junto a diversos Estados y organizaciones gubernamentales internacionales, encomendándonos diversas funciones relativas a tareas de implementación y seguimiento. Lo esencial es que los principales representados del ICTJ, las diversas víctimas del conflicto, también confiaron en nosotros y nos encomendaron crear un foro en el que pudieran consultar cuáles eran las mejores maneras de que sus opiniones fueran tenidas en cuenta por los negociadores en La Habana.
Durante todo el proceso hemos ofrecido consejos útiles sobre las mejores prácticas que podrían incorporarse al acuerdo, buscando tanto la justicia como la paz. Hemos brindado nuestros conocimientos expertos a los negociadores a través de reuniones, sesiones de trabajo y presentaciones en Bogotá, La Habana y Nueva York; mediante publicaciones especializadas que abordan cuestiones clave, e importantes foros de discusión que hemos convocado, como la conferencia sobre comisiones de la verdad que el ICTJ organizó en Bogotá, en colaboración con la Fundación Kofi Annan. En cada una de esas iniciativas, nuestro objetivo ha sido señalar cuáles eran las mejores prácticas que podían incorporarse al acuerdo.
El ICTJ también ha proporcionado análisis más amplios sobre el papel que los mediadores pueden desempeñar en los procesos de paz. Por ejemplo, en 2005 publicó un influyente examen de las consecuencias que tendría el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional para los mediadores de paz y ayudó a organizar una conferencia en Greentree, Nueva York, sobre las “directrices de la ONU para los mediadores”, enfocándose de nuevo en las posibles consecuencias que tendría la CPI. En 2013, en colaboración con la Fundación Kofi Annan, presentamos un importante informe que indagaba en el papel de las comisiones de la verdad en los procesos de paz. El documento, titulado Desafiando lo convencional: ¿Pueden las comisiones de la verdad fortalecer los procesos de paz?, analizaba estudios de caso de todo el mundo para identificar las lecciones más importantes para futuras negociaciones de paz como las de Colombia.