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El poema narra la misteriosa visita de un cuervo parlante a la casa de un amante afligido, y del lento descenso hacia la locura de este último. El amante llora la pérdida de su amada. El cuervo, posado sobre un busto de Palas, parece azuzar su sufrimiento con la constante repetición de las palabras «Nunca más» (Nevermore).
El narrador y protagonista está al principio sentado leyendo «un raro infolio de olvidados cronicones», con la intención de olvidar la pérdida de su amada Leonor. Un «golpeteo en la puerta de su habitación» no revela nada, pero incita al alma a «encenderse». Se oye un golpeteo similar, ligeramente más fuerte, esta vez en la ventana. Cuando el joven va a investigar, un cuervo entra a su habitación. Sin prestar atención al hombre, el cuervo se posa sobre un busto de Palas. Divertido por el cómicamente serio comportamiento del ave, el hombre le pregunta su nombre. La única respuesta del cuervo es «nunca más». El narrador se muestra sorprendido ante la capacidad del ave para hablar, si bien no dice otra cosa. Supone que el cuervo aprendió a decir «nunca más» de algún «amo infeliz», y que es lo único que sabe decir. Comenta que su «amigo» el cuervo pronto se irá volando de su vida, así como «otros amigos se han ido volando antes» junto con sus esperanzas. Como contestándole, el cuervo vuelve a decir: «nunca más». El narrador se convence de que esa única palabra, Nevermore, «nunca más», posiblemente adquirida de un viejo amo con mala suerte, es lo único que puede decir.
Aun así, el narrador coloca su silla justo enfrente del cuervo, determinado a saber más sobre él. Se queda en silencio pensando, pero su mente lo lleva de nuevo a su perdida Leonor. Piensa que el aire se vuelve cada vez más denso y siente la presencia de ángeles. Confuso por la asociación de los ángeles con el ave, el narrador se pone furioso, llamando al cuervo «cosa del demonio» y «profeta». Mientras el hombre grita ante el cuervo, este sólo le responde «nunca más». Le pregunta al animal si él se encontraría con Leonor en el cielo. Cuando responde con su típica frase «nunca más», grita y le ordena al cuervo regresar a la «ribera Plutónica», aunque éste jamás se mueve. Finalmente el narrador admite que su alma está atrapada bajo la sombra del cuervo y que no será liberada «nunca más».
El narrador y protagonista está al principio sentado leyendo «un raro infolio de olvidados cronicones», con la intención de olvidar la pérdida de su amada Leonor. Un «golpeteo en la puerta de su habitación» no revela nada, pero incita al alma a «encenderse». Se oye un golpeteo similar, ligeramente más fuerte, esta vez en la ventana. Cuando el joven va a investigar, un cuervo entra a su habitación. Sin prestar atención al hombre, el cuervo se posa sobre un busto de Palas. Divertido por el cómicamente serio comportamiento del ave, el hombre le pregunta su nombre. La única respuesta del cuervo es «nunca más». El narrador se muestra sorprendido ante la capacidad del ave para hablar, si bien no dice otra cosa. Supone que el cuervo aprendió a decir «nunca más» de algún «amo infeliz», y que es lo único que sabe decir. Comenta que su «amigo» el cuervo pronto se irá volando de su vida, así como «otros amigos se han ido volando antes» junto con sus esperanzas. Como contestándole, el cuervo vuelve a decir: «nunca más». El narrador se convence de que esa única palabra, Nevermore, «nunca más», posiblemente adquirida de un viejo amo con mala suerte, es lo único que puede decir.
Aun así, el narrador coloca su silla justo enfrente del cuervo, determinado a saber más sobre él. Se queda en silencio pensando, pero su mente lo lleva de nuevo a su perdida Leonor. Piensa que el aire se vuelve cada vez más denso y siente la presencia de ángeles. Confuso por la asociación de los ángeles con el ave, el narrador se pone furioso, llamando al cuervo «cosa del demonio» y «profeta». Mientras el hombre grita ante el cuervo, este sólo le responde «nunca más». Le pregunta al animal si él se encontraría con Leonor en el cielo. Cuando responde con su típica frase «nunca más», grita y le ordena al cuervo regresar a la «ribera Plutónica», aunque éste jamás se mueve. Finalmente el narrador admite que su alma está atrapada bajo la sombra del cuervo y que no será liberada «nunca más».
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