• Asignatura: Arte
  • Autor: carolag662
  • hace 2 años

Que indicadores de espaciales utilizo en sus obras Fernando Fader?​​

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Respuesta dada por: raileykzo
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Las obras de Fernando Fader pertenecientes a la colección del museo Castagnino+macro fueron incorporadas durante los años donde se cristalizaron los debates que abrieron camino al desarrollo del arte moderno en Argentina.

Fechadas entre 1905 y 1926, estas pinturas constituyen el punto de partida de una exposición que indaga sobre algunas de las tramas, debates y correspondencias del arte en nuestro país en los comienzos del siglo XX. La puesta curatorial se completa con una selección de piezas de autores que también protagonizaron esta instancia decisiva para la formación del campo artístico argentino.

Cabe señalar, en primer término, que los artistas incluidos se circunscriben históricamente a una pregunta recurrente en aquellos años: ¿qué es lo nacional en arte? Una inquietud que perduró en los discursos de críticos e historiadores, y que aquí aparece desplegada para ofrecer un panorama recortado pero complejo. Pues fueron diferentes las vertientes de la búsqueda de la argentinidad que llevó a los creadores de entonces a asumir, a través de géneros como el paisaje, el retrato, el desnudo o la naturaleza muerta, posiciones estéticas e ideológicas contrastadas del llamado nacionalismo cultural.

Es inevitable mencionar dentro de esta muestra las resonancias del grupo Nexus considerando la presencia de varios de sus integrantes (el propio Fader, Martín Malharro, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Carlos Ripamonte y Pío Collivadino). Pero el intento es ir más allá de los focos tradicionalistas y advertir también, a través de piezas emblemáticas como las pertenecientes a la serie de La vida de un día, otras preocupaciones latentes en dicha época que dieron cabida a discusiones específicamente estéticas.

En este sentido, el diálogo aquí expuesto entre Fader y figuras como Malharro, Eduardo Sívori, Ramón Silva, De Quirós, Ernesto de la Cárcova, Walter de Navazio, Manuel Musto y Collivadino, nos acerca a esa zona de la colección útil para mostrar procesos arraigados en los aportes del impresionismo. Son, justamente estos autores, los que han engendrado en este ámbito un interés por los efectos de la luz en función de conceptos pictóricos fundadores de rasgos sensoriales en el lienzo.

La tentativa de plasmar la impresión visual, el momento, es una constante de varios de los paisajes de los artistas recién nombrados. Clásicos como La mañanita, de Fader, Nocturno, de Malharro, Arco Iris, de Sívori, Palermo, de Silva y Álamos de De Navazaio hoy figuran como creaciones arquetípicas del museo en este plano. Son cuadros indicadores ya sea de un espacio vibrante o bien de un temperamento romántico que en casos como en el Nocturno de Malharro deriva lógicamente hacia una atmósfera simbolista.

Entre los retratos exhibidos, el de Emilio Pettoruti brinda una versión confrontada tanto con los mencionados paisajes como con los desnudos de Fader, Alfredo Guido y Musto. En la vereda de un nacionalismo asociado a una actitud más cosmopolita, en los años 20 Pettoruti se identificó con el concepto de lo nuevo. En tanto introductor del cubismo en Argentina, instaló el camino hacia la abstracción instaurando un espacio en sintonía con los postulados de las vanguardias europeas. El pintor Xul Solar fue realizado en 1920. Aquí Pettoruti abogó por la utilización de formas geométricas superpuestas que evocan los rasgos del retratado a través de un contraste de tintes acentuado por la modulación de la luz.

En La paz moderna de José Malanca también se lee una búsqueda constructiva, que confluye en la estructuración geométrica de formas alusivas a un paisaje oriundo de Bolivia. En el marco de un postimpresionismo de raíz americana, este autor trabajó cada plano del cuadro recurriendo a una paleta de colores intensos y aplicando la técnica del puntillismo, reflejando así su afinidad con el italiano Giovanni Segantini.

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