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Representar el tiempo
Los caminos de la Big History resultan curiosos, y uno de ellos nos lleva a la representación gráfica, a los timeline (lineas o escalas temporales que, con alguna libertad, podemos traducir como calendarios) que trabajan en hyperhistory o histiograph. Si me lo permiten, en lo tocante a la representación cartográfica y su sentido, me decanto por los maravillosos trabajos de J.B. Harley, algunos de los cuales se recogen en el volumen La nueva naturaleza de los mapas, que recomiendo. Pero ello no es óbice para curiosear en otras alternativas y perspectivas, como la que describe el polifacético William Grassie en Metanexus:
El reto de medir el tiempo se remonta a los orígenes de la conciencia humana. De la fase lunar de 28 días (y la menstruación de las mujeres), los primeros seres humanos derivan el concepto de mes, dividido en cuatro semanas de siete amaneceres y ocasos. Del ciclo solar de 365,25 días, los seres humanos derivan el concepto de año. Y dado que 365 no es divisible por 28, los primeros seres humanos se enfrentaron al reto de desarrollar una astronomía y unas matemáticas sofisticadas para construir calendarios consistentes. Dar la hora ha sido una preocupación antigua e importante. Hace 250 años, sin embargo, algo conceptualmente profundo cambió cuando empezamos a representar gráficamente la historia en calendarios fijos.
“La escala temporal [hoy] parece estar entre las metáforas más ineludibles que tenemos”, escriben Daniel Rosenberg y Anthony Grafton en su libro de 2010 Cartographies of Time: A History of the Timeline. “Y, sin embargo, en su forma moderna, con un simple eje y una distribución regular y mesurada de las fechas, es una invención relativamente reciente”.
La primera escala fija de calendario histórico la desplegó en 1769 Joseph Priestley, famoso científico y clérigo disidente, cuando publicó A New Chart of History. Priestley usó un calendario consistente moviendo de izquierda a derecha en invariables incrementos verticales para representar grandes eventos y personajes de la historia del mundo tal como entonces se conocía. Nació así un nuevo género de representación histórica, que rápidamente llegó a dominar la conciencia humana. El tiempo ahora era medido y fijado -una corriente lineal de eventos que corrían del pasado al presente hacia un desarrollo futuro. De ello parecían emerger patrones. La historia parecía impulsarse a través de algún tipo de proceso ordenado.
Hoy en día necesitamos escalas logarítmicas para trazar un calendario universal de la historia. Los seres humanos modernos se remontan a cerca de 200.000 años y nuestro linaje de los ancestros homínidos a 7 millones de años más. La historia de la Tierra se extiende 4.5 millones de años. El universo se remonta a unos 13,7 millones de años. Del New Chart of History de Priestley hasta el presente, que cubre sólo 5.000 años, no sería más que una delgada línea en el extremo de un rollo de una milla de largo de la nueva historia del universo. Las escalas logarítmicas nos permite presentar datos de una amplia gama de valores en un solo gráfico. Por ejemplo, los incrementos podrían saltar de 1 a 10 años, a 100 años, a 1000 años, y así sucesivamente, todo lo transcurrido desde los 10 últimos millones de años. Mediante el uso de una escala logarítmica, en este caso a la décima potencia, podemos reducir un gráfico que ocuparía una milla de largo a un tamaño más manejable. Es el ejemplo que aquí hemos recorrido: 10 mil millones de años (10 a la décima potencia) a una escala de tan sólo 10 pasos.
A Correlated History of the Universe es el nuevo gráfico para la nueva cosmología y, por supuesto, se organiza en torno a una escala de tiempo logarítmica. Es el compendio más completo de hechos científicos en una sola página, que yo sepa. Se parece a un mapa de carreteras doblado y se despliega en 38 pulgadas de alto por 28 pulgadas de ancho. No hay razón para salir de casa sin uno de estos mapas de tiempo metido en la guantera o en la mochila.
A Correlated History of the Universe fue creado por Paul R. Janke, un ingeniero de software que se convirtió en científico autodidacta, diseñador, educador, y fundador de Pan Terra, que se puede encontrar en línea como World Museum of Natural History. La anticuada página web del proyecto apenas es digna de su ambicioso título, pero es aquí donde se puede comprar este cartel escandalosamente bien diseñado. A Correlated History son en realidad dos carteles combinados, delante y detrás, que antes sólo estaban disponibles para su compra en las láminas de ediciones escolares. Los carteles laminados rígidos no eran apropiados para viajar en el espacio y en el tiempo. A un lado del mapa temporal plegable está A Correlated History of Matter y en el otro A Correlated History of Earth.
Los caminos de la Big History resultan curiosos, y uno de ellos nos lleva a la representación gráfica, a los timeline (lineas o escalas temporales que, con alguna libertad, podemos traducir como calendarios) que trabajan en hyperhistory o histiograph. Si me lo permiten, en lo tocante a la representación cartográfica y su sentido, me decanto por los maravillosos trabajos de J.B. Harley, algunos de los cuales se recogen en el volumen La nueva naturaleza de los mapas, que recomiendo. Pero ello no es óbice para curiosear en otras alternativas y perspectivas, como la que describe el polifacético William Grassie en Metanexus:
El reto de medir el tiempo se remonta a los orígenes de la conciencia humana. De la fase lunar de 28 días (y la menstruación de las mujeres), los primeros seres humanos derivan el concepto de mes, dividido en cuatro semanas de siete amaneceres y ocasos. Del ciclo solar de 365,25 días, los seres humanos derivan el concepto de año. Y dado que 365 no es divisible por 28, los primeros seres humanos se enfrentaron al reto de desarrollar una astronomía y unas matemáticas sofisticadas para construir calendarios consistentes. Dar la hora ha sido una preocupación antigua e importante. Hace 250 años, sin embargo, algo conceptualmente profundo cambió cuando empezamos a representar gráficamente la historia en calendarios fijos.
“La escala temporal [hoy] parece estar entre las metáforas más ineludibles que tenemos”, escriben Daniel Rosenberg y Anthony Grafton en su libro de 2010 Cartographies of Time: A History of the Timeline. “Y, sin embargo, en su forma moderna, con un simple eje y una distribución regular y mesurada de las fechas, es una invención relativamente reciente”.
La primera escala fija de calendario histórico la desplegó en 1769 Joseph Priestley, famoso científico y clérigo disidente, cuando publicó A New Chart of History. Priestley usó un calendario consistente moviendo de izquierda a derecha en invariables incrementos verticales para representar grandes eventos y personajes de la historia del mundo tal como entonces se conocía. Nació así un nuevo género de representación histórica, que rápidamente llegó a dominar la conciencia humana. El tiempo ahora era medido y fijado -una corriente lineal de eventos que corrían del pasado al presente hacia un desarrollo futuro. De ello parecían emerger patrones. La historia parecía impulsarse a través de algún tipo de proceso ordenado.
Hoy en día necesitamos escalas logarítmicas para trazar un calendario universal de la historia. Los seres humanos modernos se remontan a cerca de 200.000 años y nuestro linaje de los ancestros homínidos a 7 millones de años más. La historia de la Tierra se extiende 4.5 millones de años. El universo se remonta a unos 13,7 millones de años. Del New Chart of History de Priestley hasta el presente, que cubre sólo 5.000 años, no sería más que una delgada línea en el extremo de un rollo de una milla de largo de la nueva historia del universo. Las escalas logarítmicas nos permite presentar datos de una amplia gama de valores en un solo gráfico. Por ejemplo, los incrementos podrían saltar de 1 a 10 años, a 100 años, a 1000 años, y así sucesivamente, todo lo transcurrido desde los 10 últimos millones de años. Mediante el uso de una escala logarítmica, en este caso a la décima potencia, podemos reducir un gráfico que ocuparía una milla de largo a un tamaño más manejable. Es el ejemplo que aquí hemos recorrido: 10 mil millones de años (10 a la décima potencia) a una escala de tan sólo 10 pasos.
A Correlated History of the Universe es el nuevo gráfico para la nueva cosmología y, por supuesto, se organiza en torno a una escala de tiempo logarítmica. Es el compendio más completo de hechos científicos en una sola página, que yo sepa. Se parece a un mapa de carreteras doblado y se despliega en 38 pulgadas de alto por 28 pulgadas de ancho. No hay razón para salir de casa sin uno de estos mapas de tiempo metido en la guantera o en la mochila.
A Correlated History of the Universe fue creado por Paul R. Janke, un ingeniero de software que se convirtió en científico autodidacta, diseñador, educador, y fundador de Pan Terra, que se puede encontrar en línea como World Museum of Natural History. La anticuada página web del proyecto apenas es digna de su ambicioso título, pero es aquí donde se puede comprar este cartel escandalosamente bien diseñado. A Correlated History son en realidad dos carteles combinados, delante y detrás, que antes sólo estaban disponibles para su compra en las láminas de ediciones escolares. Los carteles laminados rígidos no eran apropiados para viajar en el espacio y en el tiempo. A un lado del mapa temporal plegable está A Correlated History of Matter y en el otro A Correlated History of Earth.
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