• Asignatura: Castellano
  • Autor: tfkuyyu546ylf
  • hace 1 año

1. Describir lo observado por el viajero del siguiente texto:


“Una vez en tierra, me dediqué a buscar una casa donde poder hospedarme. Recorrí
parte de la ciudad. Sus calles están dispuestas en damero y las principales habían
sido empedradas hacía poco tiempo, creo que en 1823. Las calles se veían limpias.
En cierta ocasión, conversando con la gente del lugar, me enteré que las piedras que
utilizaban para colocar en las calles las traían de algunas islas que están frente a
Buenos Aires, especialmente la de Martín García. Pero no todas las calles se
encontraban pavimentadas, algunas eran de tierra, lo que ocasionaba que en tiempos
de sequía uno fuera ahogado por el polvo de los caminos y en tiempos de lluvia se
volvieran intransitables, razón por la cual, los vecinos permanecían en sus casas como
si estuvieran prisioneros. Las veredas se elevaban tan sólo un poco más que las calles
de tierra y eran del mismo material. Los cruces de una vereda a otra, estaban hechos
de piedra o de madera y cuando llovía quedaban cubiertos de barro y resultaba muy
peligroso atravesarlos.
”A mitad del frente de la ciudad, casi sobre el río, está el Fuerte. Dentro del Fuerte se
encuentran los departamentos del presidente y los ministros. Frente al Fuerte se
encuentra la Plaza Mayor, en el lado Norte de la plaza se levanta la Catedral, hacia el
Este la Recova (una galería en la que se pueden encontrar pequeños comercios), al
Sur una hilera de pequeñas tiendas, hacia el Oeste el Cabildo, donde tienen su sede
los concejales de la ciudad.
”Las casas eran bajas, pero había algunas construcciones nuevas en las que se
habían introducido pisos altos, en los que la planta baja estaba ocupada por comercios
o almacenes de depósito, mientras que en la planta alta residían las familias. Las
ventanas que daban a la calle eran muy bajas y llegaban en su parte inferior casi a
tocar el suelo. Las porteñas se sentaban en los alféizares para observar a los
transeúntes y recibir los saludos de los amigos de los cuales las separaban fuertes
barrotes de hierro que aseguraban las ventanas. En el tiempo que residí en la ciudad,
se prohibieron las tradicionales rejas voladas porque ocasionaron más de un
accidente a los desprevenidos transeúntes. Las rejas no son una costumbre inglesa,
para nosotros sería como vivir en una prisión. Pero cuando se ve colgar de ellas
guirnaldas de hermosas plantas, comienzan a parecer decorativas. También las
azoteas eran un lugar de reunión, sobre todo para aquellos que no deseaban oír el
bullicio de la calle y en tiempos de las invasiones inglesas, desde allí los porteños
arrojaron aceite y agua hirviendo a nuestro ejército, ocasionando muchísimas bajas.
”Llegué a la casa que me habían recomendado alquilar. Sus dueños me invitaron a
recorrerla, pude constatar que los porteños [...] carecían [...] en sus casas particulares
de las comodidades europeas. [...] se limitaban a un piso bajo, con todos los
aposentos seguidos, abriéndose unos en otros sin pasadizos ni corredores
intermedios, con toda su distribución casi tan primitiva y molesta como puede
imaginarse. Las habitaciones daban a un patio, generalmente cuadrado que tiene
como centro un aljibe. La cocina y las piezas de servicio estaban separadas del
edificio principal y al fondo de la casa. Mucho más al fondo aún, se encontraba los
retretes.
”Los pisos eran de ladrillo, los tirantes de los techos casi nunca se cubrían con un cielo
raso y las paredes tan frías y monótonas como podía hacerlas el blanqueo [...], los
muebles eran rústicos y toscos.
”En invierno calentaban sus frías y húmedas habitaciones por medio de braseros, a
riesgo de sofocar a los que estuviesen dentro con el tufo y el humo del carbón; y se
creía que las chimeneas eran conductoras de la humedad y del frío, por eso no las
utilizaban. Sin embargo, durante mi estadía pude notar un cambio en las costumbres
debido a la influencia de los extranjeros residentes en la ciudad y a las fluidas
relaciones comerciales con Europa. Las estufas inglesas comenzaron a utilizarse,
también las paredes empezaron a lucir coloridos papeles de las fábricas de París y las
habitaciones, hermosos muebles europeos.
”Aunque sabía que la ciudad contaba con dos hoteles ingleses y aunque el precio del
alquiler era elevado, preferí la privacidad y acepté hospedarme en aquella casa.

Respuestas

Respuesta dada por: trujillomanriquedieg
0

Respuesta:

1

_

3

Explicación:

Preguntas similares