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Cuando pensamos en el dinero, la imagen que nos suele venir a la cabeza es la de unas monedas o unos billetes, aunque la realidad de lo que es el dinero va mucho más allá. Cada vez son más las voces que apuntan a que dentro de unos años el dinero físico dejará de existir y lo cierto es que en los últimos años estamos optando más por otros métodos de pago, dejando el efectivo en un segundo plano.
En 2016, el importe de los pagos que realizamos en España con tarjetas de crédito o de débito alcanzó los 124.406 millones de euros -según datos del Banco de España- y superó, por primera vez, a la cuantía que retiramos de los cajeros automáticos, que fue de 118.275 millones de euros. Y aunque es un hecho que el dinero en efectivo está perdiendo fieles, si ponemos el foco en los países de la zona euro, este cambio de tendencia se está dando de una forma mucho más paulatina. Una encuesta del Banco Central Europeo, con datos también de 2016, refleja que el 79% de las transacciones que se realizaron en los países de la eurozona se abonaron en metálico, frente al 19% que se pagó mediante tarjetas de débito o de crédito, y el 2% que se llevó a cabo con cheques.