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Todo comenzó un día en que mi esposo se volvió loco por la presión del trabajo y que los niños le exigían más tiempo, fue en ese momento que tomó un cuchillo y los mató, a los dos. Yo no lo pude soportar y tomé el mismo cuchillo e intenté cortarle el cuello, pero era más fuerte que yo y forcejeamos. Fue en ese momento que, pensando en mis hijos ,tome fuerzas y le clavé el cuchillo en el corazón.
Ahora, todas las noches recorro las calles buscándolos, a ellos, a mis hijos a esos dos pequeños a los que les quitaron la vida por un simple enojo, y pienso, pienso y lloro, lloro y mato, mato a los niños que no son ellos.
Un día pensé que los había encontrado, a mis pequeños, eran dos niños que estaban jugando a la mancha en un parque, eran iguales, una pequeña rubia y de ojos de miel y un pequeño morocho y con ojos verdes. Pero no eran, en cuanto fui a agarrarlos para llevármelos llegaron sus padres a buscarlos y se los llevaron.
Hoy, estoy pensando seriamente en rendirme, en dejar de buscarlos y resignarme a vivir sola en mi tumba.