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LA HUMANIZACIÓN DE SAN MARTÍN 1085
de cuentas, según vienen a recordarnos estos textos, ha sido el prócer, está más allá de la
vulgar materialidad de la manifestación de los hechos objetivos; y por lo tanto escapa, en
su trascendencia, a las verificaciones fácticas de los documentos en los que se basa la
historia.
Para captar al prócer en su faceta humana hay que tocar las alturas de su espíritu, dado
que –según puntualiza Oriol I Anguera– “para los genios, el cuerpo no es más que un
pretexto material”(106). Ese pretexto, sin embargo, resulta insoslayable, ya que no se
pueden alcanzar las verdades del alma sin antes develar los enigmas del cuerpo. Y resulta
particularmente insoslayable para Oriol I Anguera, médico de origen catalán que trabajó
en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Córdoba en Argentina: el adentramiento,
la búsqueda en la interioridad del sujeto, adopta en su libro una retórica psicologicista tan
incierta como frecuente,5
pero otros saberes se le agregan: se agregan elementos de la
antropología y la fisiología, consideraciones biológicas y genéticas, clasificaciones
tipológicas provenientes de una “ciencia del carácter”. Así, San Martín se representa como
“un buen respirador” (“lo interesante a mi juicio es la amplitud del vómer”, dice Oriol I
Anguera) o como “un tipo linfático-sanguíneo”, y en lo que hace a la forma del cráneo,
Oriol I Anguera no puede decidirse entre “un braquicéfalo acentuado” y “un dolicocéfalo
indiscutible” (68, 70 y 61) (no es su ciencia lo que flaquea: es que hay discrepancias entre
las representaciones pictóricas que toma como referencia).
De esta manera, la indagación en la interioridad de San Martín se torna,
inesperadamente, indagación en la interioridad, no ya de su subjetividad, sino en la de su
cuerpo. El proyecto de efectuar un estudio de ADN sobre los restos de San Martín con el
propósito de determinar exactamente su filiación, proyecto que en días más o menos
recientes llegó a ocupar la primera plana de algún diario de Buenos Aires,6
se revela así
como la variante actualizada de un criterio ya existente: el rescate de un San Martín tan
en cuanto estos mismos historiadores tienen que hacer una afirmación de tipo humano de las que
surgen sin documento, porque son rasgos de pura psicología, entonces lanzan ingenuidades” (114).
5
Pese a que Fortaleza sanmartiniana. Bosquejo psicológico anuncia ese afán desde el subtítulo del
libro, es en Agonía interior del muy egregio señor José de San Martín y Matorras de Oriol I Anguera
donde la operación se desarrolla con mayor intensidad, con enunciados de este tipo: “A juzgar por
nuestra experiencia y por lo que nos explican los psicoanalistas de alto vuelo, el hijo menor de una
familia numerosa tiene una pendiente abocada al ‘mimo’ [...]. Sin embargo, nuestro benjamín fue
un niño modosito” (132); “El ambiente en que vivió José desde los dos hasta los siete años fue el que
corresponde a un neuropático afecto de crisis de situación” (143). Es muy clara la separación de
saberes cuando se ocupa de las incertidumbres de la entrevista de Guayaquil: a Oriol I Anguera no
le interesan las comprobaciones de los documentos históricos, sino establecer aquello que pueda
resultar psicológicamente verosímil: no apela a Lafond, sino a Jung.
6
La edición del diario Página/12 de Buenos Aires del miércoles 2 de agosto de 2000 titula en su
portada: “El ADN de la historia”; y en la bajada dice: “Reclamo sobre el origen de San Martín. Un
investigador, acompañado por un descendiente de Alvear, reclamará hoy ante el Senado que se
realice un examen de ADN a los restos de San Martín. Quieren dirimir científicamente quiénes
fueron los padres del prócer”. El anuncio es acompañado por una ilustración del humorista Rep, en
la que se ve a San Martín caído y aprisionado bajo su caballo, en el famoso episodio del combate
de San Lorenzo, mientras en un extremo de la imagen, un pintor aparece registrando la escena para
una tapa de la revista infantil Billiken.
Explicación:
espero que sirva dame corazon