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El vehículo híbrido incorpora como gran novedad un sistema de propulsión alternativa que combina un motor por energía eléctrica, procedente de baterías, y un motor de combustión interna.
El ejemplo claro sería la energía cinética, la cual se escapa en forma de calor a la hora de frenar. Muchos sistemas híbridos permiten recoger y reutilizar esta energía convirtiéndola en energía eléctrica gracias a los llamados frenos regenerativos.
La combinación de un motor de combustión, operando siempre a su máxima eficiencia, y la recuperación de energía del frenado permiten que este tipo de vehículos alcancen un mejor rendimientos que los coches convencionales. Especialmente en itinerarios y trayectos urbanos, donde se concentra un gran volumen de tráfico. Así, los vehículos híbridos reducen notablemente tanto el consumo de combustible como las emisiones contaminantes.