• Asignatura: Arte
  • Autor: melanilucio3
  • hace 2 años

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Nuestras emociones en la pandemia

Eduardo Thomas

¿Cómo te sientes en la situación que ha provocado la amenaza de la COVID-19?

¿Por qué te sientes así? Y sobre todo, ¿es posible pasar esta emergencia sanitaria

con alguna tranquilidad?

¿Qué me pasa y qué puedo hacer?

En la pandemia del nuevo coronavirus hemos

vivido, y seguimos viviendo, toda la gama de

emociones de que somos capaces. Primero la

incredulidad: “No, esto no pasa aquí. Ocurre al

otro lado del mundo. No, aquí no llegará”. Negar

la realidad de una amenaza es una forma de lidiar

con el miedo. Cuando la fuerza de la realidad se

impone con evidencias directas el miedo hace

presencia y provoca otras emociones. El enojo es

la más común. Recuerdo a un compañero del

gimnasio que se quejaba de los chinos, “sus

nefastas costumbres de comer cosas raras han

provocado la epidemia”, decía casi con violencia

como si ellos la hubieran causado. También se

quejaba de las autoridades “que no hacen nada

por protegernos”. Era el inicio de la epidemia, no

había aquí ningún caso reportado, pero su

molestia le impedía valorar la situación. El enojo,

que puede llevar incluso a la violencia, es una

forma de protección. Si se encuentra la causa —

así sea imaginaria— de la amenaza podemos

luchar furiosos contra ella. Defendernos

tranquiliza.

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Respuestas

Respuesta dada por: veramontoyafanny
2

Respuesta:

Nuestras emociones en la pandemia

Eduardo Thomas

¿Cómo te sientes en la situación que ha provocado la amenaza de la COVID-19? ¿Por qué te sientes así? Y sobre todo, ¿es posible pasar esta emergencia sanitaria con alguna tranquilidad?

En la pandemia del nuevo coronavirus hemos vivido, y seguimos viviendo, toda la gama de emociones de que somos capaces. Primero la incredulidad: “No, esto no pasa aquí. Ocurre al otro lado del mundo. No, aquí no llegará”. Negar la realidad de una amenaza es una forma de lidiar con el miedo. Cuando la fuerza de la realidad se impone con evidencias directas el miedo hace presencia y provoca otras emociones. El enojo es la más común. Recuerdo a un compañero del gimnasio que se quejaba de los chinos, “sus nefastas costumbres de comer cosas raras han provocado la epidemia”, decía casi con violencia como si ellos la hubieran causado. También se quejaba de las autoridades “que no hacen nada por protegernos”. Era el inicio de la epidemia, no había aquí ningún caso reportado, pero su molestia le impedía valorar la situación. El enojo, que puede llevar incluso a la violencia, es una forma de protección. Si se encuentra la causa —así sea imaginaria— de la amenaza podemos luchar furiosos contra ella. Defendernos tranquiliza.

Del absurdo a la parálisis

La realidad se seguía imponiendo. Hay una amenaza real, se decía, pero ¿cómo es?, ¿cómo se identifica?, ¿cómo me defiendo? Las preguntas sin respuesta clara hacen más ambiguo el peligro y generan respuestas también ambiguas. Entonces vimos a la gente moverse con nerviosismo de un lado a otro, como con prisa, sin saber qué hacer, hasta que una idea en apariencia sensata —cómo conseguir provisiones— provocó compras de pánico. La ambigüedad del peligro empuja también a buscar más información y entonces se presta oídos a lo que sea, incluso las ideas más absurdas. “Hay que hacer gárgaras de limón”, “sal con bicarbonato”; escuché a alguien que afirmaba “…como el virus se muere con el calor, respiremos con un secador de cabello a todo lo que da frente a la nariz”.

El miedo muy intenso o permanente, como sabemos, puede paralizar; si se mantiene, la desesperación da lugar a desánimo, depresión, abandono de sí mismo e incluso tendencias suicidas. En pleno desastre se encuentra también la indiferencia, que lleva a la irresponsable conducta de ser potenciales diseminadores del mal al no mantenernos en cuarentena.

Explicación:


AlfonsoXD2006: no entendí
Respuesta dada por: jr4668057
0

Respuesta:

ayuda ya qué no se cuáles

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