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Los países colonizados sufrieron un profundo impacto que trastornó la vida, la economía e incluso el marco geográfico de los pueblos indígenas.
El marco geográfico: la construcción de puentes, carreteras, vías férreas, unido a la roturación de bosques y praderas transformó la geografía de los territorios colonizados.
El reparto colonial dio lugar a la creación de fronteras artificiales que dividían o unificaban grupos étnicos y tribales. Ello creó la desestabilización que en algunas zonas de Asia y sobre todo en África, significó el inicio de enfrentamientos y guerras, cuyas consecuencias se han manifestado hasta la actualidad.
Desde el punto de vista económico se establece una economía dual: convive una economía tradicional, de autoconsumo e intercambio, con una economía de mercado, basada en el monocultivo, las plantaciones.
La introducción de la medicina occidental sirvió para reducir las tasas de mortalidad, pero se mantuvieron elevadas las de natalidad. Supuso la ruptura del tradicional equilibrio población-recursos, que a larga provocó problemas de alimentación y miseria.
La estructura social se vio modificada como resultado de los nuevos modelos impuestos por los colonizadores.
El impacto de la cultura occidental provocó el fenómeno de la aculturación, que destruyó la identidad de las culturas indígenas y trastocó las tradiciones y creencias religiosas.
Surgieron movimientos de oposición, tanto en Europa como en las zonas colonizadas.