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A continuación, Jehová dirige más palabras tranquilizadoras a los exiliados: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo. Desde el naciente traeré tu descendencia, y desde el poniente te juntaré. Diré al norte: ‘¡Entrega acá!’, y al sur: ‘No retengas. Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde la extremidad de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi propia gloria, a quien he formado, sí, a quien he hecho’” (Isaías 43:5-7). Ni los lugares más remotos estarán fuera del alcance de Jehová cuando llegue el momento de liberar a sus hijos e hijas y devolverlos a su amada tierra (Jeremías 30:10, 11). No cabe duda de que para ellos, esta liberación sobrepasará a la que experimentó la nación cuando estaba cautiva en Egipto (Jeremías 16:14, 15).
Al recordar a los israelitas que se les llama por Su nombre, Jehová confirma su promesa de liberarlos (Isaías 54:5, 6). Es más, vincula su nombre con sus promesas de liberación, y de esta forma se asegura de que sea él quien reciba la gloria al cumplirse su palabra profética. Ni siquiera el conquistador de Babilonia tendrá derecho a la honra que corresponde al único Dios verdadero.
(Espero que te sea útil.)