LA MUERTE Y LA BRÚJULA.
(Fragmento)
De los muchos problemas que ejercitaron la temeraria perspicacia de Lonnrot, ninguno tan extraño - tan
rigurosamente extraño, diremos - como la periódica serie de hechos de sangre que culminaron en la
quinta de Triste-le-Roy, entre el interminable olor de los eucaliptos. Es verdad que Erick Lonnrot no
logro impedir el último crimen, pero es indiscutible que lo previó.
Tampoco adivinó la identidad del infausto asesino de Yarmolinsky, pero si la secreta morfología de la
malvada serie y la participación de Red Scharlach, cuyo segundo apodo es Scharlach el Dandy. Ese
criminal (como tantos) había jurado por su honor la muerte de Lonnrot, pero este nunca se dejó
intimidar. Lonnrot se
creía un puro razonador, un Auguste Dupin, pero algo de aventurero había en él y hasta de tahúr.
El primer crimen ocurrió en el Hotel du Nord, ese alto prisma que domina el estuario cuyas aguas tienen
el color del desierto. A esa torre (que muy notoriamente reúne la aborrecida blancura de un sanatorio,
la numerada divisibilidad de una cárcel y la apariencia general de una casa mala) arribó el día tres de
diciembre el delegado de Podolsk al Tercer Congreso Talmúdico, doctor Marcelo Yarmolinsky, hombre
de Barba gris y ojos grises. Nunca sabremos si el hotel du Nord le agradó: lo aceptó con la antigua
resignación que le había permitido tolerar tres años de guerra en los Cárpatos y tres mil años de opresión y de progroms. Le dieron un dormitorio en el piso R, frente a la suite que no sin esplendor
ocupaba el Tetrarca de Galilea. Yarmolinsky cenó, postergó para el día siguiente el examen de la
desconocida ciudad, ordenó en un placard sus muchos libros y sus muy pocas prendas, y antes de
medianoche apagó la luz. (Así lo declaro el chauffeur del Tetrarca, que dormía en la pieza contigua.) El
cuatro, a las 11 y 3 minutos A.M., lo llamó por teléfono un redactor de la Yidische Zaitung; el doctor
Yarmolinsky no respondió, lo hallaron en su pieza, ya levemente oscura la cara, casi desnudo bajo una
gran capa anacrónica. Yacía no lejos de la puerta que daba al corredor; una puñalada profunda le había
partido el pecho. Un par de hora después, en el mismo, entre periodistas, fotógrafas y gendarmes, el
comisario Treviranus y Lonnrot debatían con serenidad el problema.
-No hay que buscarle tres pies al gato - decía Treviranus, blandiendo un imperioso cigarro -. Todos
sabemos que el Tetrarca de Galilea posee los mejores zafiros del mundo. Alguien, para robarlos, habrá
penetrado aquí por error. Yarmolinsky se ha levantado, el ladrón ha tenido que matarlo. ¿Qué le parece?
-Posible, pero no interesante –respondió Lonnrot –. Usted replicará que la realidad no tiene la menor
obligación de ser interesante. Yo le replicaré que la realidad puede prescindir de esa obligación, pero
no las hipótesis. En la que usted ha improvisado intervine copiosamente el azar. He aquí un rabino muerto;
yo preferiría una explicación puramente rabínica, no los imaginarios percances de un imaginario ladrón.
Treviranus repuso con el mar humor.
-No me interesan las explicaciones rabínicas; me interesa la captura del hombre que apuñaló a este
desconocido.
-No tan desconocido –corrigió Lonnrot –. Aquí están sus obras completas. – Indicó en el placard una fila
de altos volúmenes; una Vindicación de la cábala; un Examen de la filosofía de Robert Fludd; una
traducción literal del Sepher Yezirah; una biografía del Baal Shem; una Historia de la secta de los
Haisidim, una monografía (en alemán) sobre elTetragrámaton; otra, sobre la nomenclatura divina del
Pentateuco. El comisario los miró con temor, casi con repulsión. Luego, se echó a reír.
-Soy un pobre cristiano –repuso –Llévese todos esos mamotretos, si quiere, no tengo tiempo que perder
en supersticiones judías.
-Quizás este crimen pertenece a la historia de las supersticiones judías –murmuro Lonnrot.
-Como el cristianismo –se atrevió a completar el redactor de la Yidische Zitung. Era miope, ateo y muy
tímido.
Nadie le contesto. Uno de los agentes había encontrado en la pequeña máquina de escribir una hoja de
papel con esta sentencia inconclusa.
1 ¿Según el texto anterior, en qué lugar culminaron los hechos narrados?
2 ¿Por qué razón estaba Marcelo Yarmolinsky en la ciudad y cuáles fueron sus últimas
actividades, antes de morir?
3. Escribe un abreve descripción del personaje Marcelo Yarmolinsky.
4. ¿Cuáles son los libros que había en la habitación de Yarmolinsky?
5. ¿Cuál es la hipótesis del comisario Treviranus sobre el crimen que se narra en el
texto?
6. ¿Quién es el narrador del texto anterior? ¿Qué se sabe de él?
7. ¿Cuál es el enigma que se debe resolver en el relato de Borges?
8. Según la descripción del texto, ¿Cómo te imaginas el hotel Du Nord?
9. Completa la secuencia en la que el autor presenta la información en el relato
bustamantesilvana136:
hola
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COMPETENCIA de para los que no se le llama olviden su comentario sobre la noticia del diario La 8 del Río de la mano la ✋ de de la Argentina y el centro del mundo colonial en de México en la que puede ver los últimos detalles últimos acontecimientos que se han hecho en el la Argentina del siglo en que se consiste el en la Argentina que es no tener un impacto en la historia casa de los que se ha convertido a la un hombre país que no tiene lo los ha pasado a su lado y como te fue en la casa están de acuerdo vacaciones
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Respuesta: EL DE ARRIBA
Explicación:
Uno necesita la tarea
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