• Asignatura: Salud
  • Autor: bellodavid1000157231
  • hace 2 años

¿En qué momento consideras que has sido indiferente ante una situación sorpresa y qué percepción tienes ahora sobre eso?

Respuestas

Respuesta dada por: anthonysebastian0306
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Respuesta:

Sentimientos, afectos y lógica afectiva. Su lugar en nuestra comprensión del otro y del mundo

Feelings, emotions and affective logic. Its place in the understanding of others and the world

 

 

Luc Ciompi

Profesor emérito. Director de formación en Psiquiatría Social del Hospital Clínico Universitario, Facultad de Medicina, Universidad de Berna (Suiza).

 

 

El peso de los sentimientos, las emociones o los afectos en nuestra comprensión del prójimo y del mundo es un tema eludido conscientemente, durante mucho tiempo, por la ciencia y los científicos. Y esto se explica por las numerosas contradicciones e inexactitudes que, desde siempre, han enturbiado el problema de tales sentimientos. Sin embargo, es cierto que todos nosotros somos, de alguna manera, "expertos en sentimientos" e, incluso, también es verdad que vivimos toda nuestra vida, como bien decía Hermann Hesse, esencialmente "a través de los sentimientos"1. Aunque, por otro lado, no sabemos, o al menos la ciencia no lo sabe con certeza, qué es un sentimiento, cuál es su significado y cómo actúa. Teniendo en cuenta que de manera habitual los sentimientos se consideran inasibles, irracionales y perturbadores, admitimos que deben eliminarse en lo posible de cualquier "pensamiento objetivo". De ahí deducimos que cualquier ánimo de comprender al otro o al mundo se nos presenta tergiversado y exclusivamente cerebral, lo que tiene profundas implicaciones no sólo respecto a nuestra actitud frente al mundo en general sino también frente a nuestro enfoque terapéutico.

Por otro lado, resulta muy sorprendente que las emociones jueguen un papel tan importante en cualquier acontecimiento psíquico o social de relieve -pensemos por un momento en los estallidos de violencia, en las revoluciones y en las guerras o, en general, en todo lo que ocurre a diario en el ámbito familiar, profesional o político, y que, sin embargo, no ocupan el lugar que mínimamente les correspondería en cualquier teoría psicológica o sociológica, y tampoco que yo sepa, en ninguna teoría antropológica, evolucionista o cognitiva. Incluso en la ya centenaria teoría psicoanalítica-cuya dinámica de los sentimientos constituía desde sus inicios un foco de interés primordial- la noción de afecto2 aparece sorprendentemente como algo confuso y contradictorio, según Otto Kernberg, uno de los más eminentes teóricos psicoanalistas3. En cualquier contexto se hace necesaria una teoría clara y consistente, que incluya también las recientes investigaciones sobre neurobiología y psicología emocional. De hecho, siempre se echa en falta un lenguaje y una conceptualización científica comunes que permitan agrupar de modo coherente, el cúmulo de nociones parciales y dispersas sobre las emociones que en tantos dominios aparecen.

Incluso el último replanteamiento de la postura casi siempre negativa hacia los sentimientos no cambia las cosas. Sabemos que ya la generación del sesenta y ocho exigía vivir mucho más "visceralmente". Durante cierto tiempo, un sector de las feministas defendía ideas muy parecidas argumentando -insostenible en este caso- que los sentimientos únicamente pertenecían al ámbito de lo femenino. Desde hace más de veinte años, la ciencia igualmente -y ante todo la ciencia del cerebro- se interesa cada vez más por las emociones. En psicología por añadidura se habla de un nuevo "giro emocional" que estaría a punto de sustituir al "giro cognoscitivo" de los años sesenta, marcado por el abandono de un conductismo puro y duro. Libros para el gran público como La inteligencia emocional de David Goleman o El error de Descartes de Antonio Damasio, ambos procedentes de las neurociencias modernas, han contribuido a difundir la nueva era emocional.

Presento, ahora, algunas informaciones sobre mi propio trabajo en este campo. Frustrado, de un lado, por las lagunas mencionadas y, de otro, fascinado por las convergencias subyacentes que creía detectar tras la multiplicidad de datos provenientes de diversos campos de investigación, trabajo desde hace más de veinte años en la problemática de las interacciones entre sentimiento y pensamiento desde un punto de vista científico. Mi punto de partida ha sido las experiencias psiquiátricas y psicoterapéuticas así como las extensas investigaciones sobre la dinámica evolutiva de los distintos trastornos psíquicos, en particular, de la esquizofrenia.

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