• Asignatura: Física
  • Autor: klevercastillo2003
  • hace 2 años

un dialogo entre quiteño y guayaquileño como un mínimo de jerga​

Respuestas

Respuesta dada por: Anónimo
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Explicación:

Todos usamos el español, pero cada ciudad tiene su diccionario: Guayaquil, Quito, Cuenca, Loja, Machala, Tulcán, Manta, Ambato, Ibarra y Otavalo. Manta-Portoviejo 'Asúntate, que son las 12:00  y hay que amarrar el burro'   Por Mario Rodríguez Pasar por el malecón de Manta a las 12:00 es observar un mar entre azulado y turquesa, con un sol que quema, ideal para bañarse. Dentro de una oficina cerca del sitio, José Chila no sabe qué comerá. Sin importar qué esté haciendo, el mediodía es sagradamente su hora de almuerzo, como la de todo manabita. “No tengo plata, ‘asúntate que son las 12:00 y me voy a amarrar el burro’”, se dice en voz alta, sin preocupación alguna, pese a no tener dinero para comer. Esta frase significa en Manabí que hará una caída en la casa de algún conocido justo a la hora del almuerzo, para que le provean alimentos. El día a día de un manabita recurre entre frases y expresiones propio. (F) Expresiones manabitas Brisando: garuando Te cago: te pego Asúntate: poner asunto a algo ¿Cuánto importó?: cuánto costó Dar extensia: conocer Te voy a dar con el bollero: pegar ¡Aguaita!: observa Firmura: ser firme Te atajo: te agarro Desilatrada: deshidratada Verbigracia: por ejemplo Socolar: cortar la maleza La burra está dispuesta: en celo Avejero: andar despistado Estoy ajito: agitado Guayaquil El guayaco no está alerta ni come, 'se pone once' y 'se va de jama' Por Jorge Ampuero —¿Todo bien, mi llavecita? —Aquí, buscando camello. —La cosa está cara e’pescado; a veces no hay ni para la jama. —Esa es la naple, por eso quisiera darme chapeta a la yoni. El diálogo arriba presentado, aunque tiene una connotación familiar para muchos lectores, bien pudo presentarse de otra manera, una más acorde a los cánones del “buen decir”. El doctor en Filología y reciente Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo, Jorge Dávila Vázquez, considera que “un idioma es un organismo viviente, y se nutre de todo lo que puede absorber. Naturalmente que hay un proceso de selección. Pero, si no se da esa aprehensión, ese apropiarse de vocablos y expresiones nuevos, la lengua muere”. En consonancia con este parecer, el habla popular ha nutrido, incluso, diversas formas artísticas, como la música y la poesía. Tal es el caso de Fernando Artieda, quien, en su célebre poema dedicado a Julio Jaramillo, pone en boca de uno la frase “qué Gabo ni la gaver”. Daniel Rojas, editor chileno, cuya editorial ha publicado textos dentro del llamado realismo sucio, estima que “el uso del lenguaje vernacular, la jerga y los modismos es necesario en la literatura como forma de representación de las distintas capas de la sociedad”. (F) Quito 'Vivo vivo alzando pelito para que cache cómo es la cosa' Por Andrea Torres Armas ¿Cuál es la única ciudad del Ecuador cuyo nombre termina en f?: ¡Quitof! Sí, precisamente uno de los rasgos del habla capitalina, en algunos sectores, es la pronunciación del fonema [f] al final de las palabras. Esto nace de un proceso lingüístico llamado fricatización: al dejar salir el aire, una consonante como la ‘s’ termina convertida en ‘f’. . Préstamos e interferencias Ese modo de hablar quiteño, que pertenece a la variedad de castellano altoandino, se construye también gracias a la influencia de todas las lenguas que han confluido en este territorio desde épocas prehispánicas, pasando por el kichwa, hasta el inglés. Del kichwa no solo tomamos prestadas algunas palabras, sino también la sintaxis: “Darás viendo a la guagua, ve”.. Usamos los diminutivos sin moderación: “no sea malito, tiene la horita” o los aumentativos, sin pudor: “¡qué focazo!”. En fin, usamos un montón de ananayes. (F) Tulcán '¡Ala, caballo!', ¡vea pues!, hablarís bien a lo pastuso' Por Carlos Jiménez La forma de hablar del carchense o ‘pastuso’ es tan característica que es parte del identitario de los habitantes del norte andino. Palabras como “elai pis” (pues), “emprestarís” (prestar), “soberado” (ático), “no pis” (no pues), “ala, caballo” (llamar la atención a alguien, admiración) y muchas otras expresiones se mantienen en las personas adultas; en los jóvenes el uso quizá no es tan frecuente, debido a la influencia de acentos colombianos, quiteños y otros modismos. Martin Mafla, gestor cultural y danzante, sostiene que es inevitable e innegable que los tulcaneños pierdan el “cantadito”, que por la cotidianidad no se percibe, pero al salir a otras provincias se nota esa particularidad.

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