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Respuesta:
Recordemos que junto con su llamado, Dios le dio a Abraham promesas fundamentales (Gn 12:2–3). Primero, Dios multiplicaría sus descendientes y serían una gran nación. Segundo, Dios lo bendeciría. Tercero, Dios engrandecería el nombre de Abraham, lo que significaba que él sería digno de su prestigio. Cuarto, Abraham sería una bendición. Esto último se relaciona con las futuras generaciones de la familia de Abraham y además, con todas las familias de la tierra. Dios bendeciría a aquellos que lo bendijeran y maldeciría a todos los que lo maldijeran. El libro de Génesis relata el cumplimiento parcial de estas promesas por medio de las líneas elegidas de descendientes de Abraham, en Isaac, Jacob y los hijos de Jacob. Entre todos ellos, en José se cumple más directamente la promesa de Dios de bendecir las naciones por medio de los descendientes de Abraham. Ciertamente, personas de “todos los países” fueron sustentadas por el sistema alimenticio que administró José (Gn 41:57). José entendió está misión y articuló el propósito de su vida acorde con la intención de Dios: “salvar la vida de mucha gente” (Gn 50:20 NVI).