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Explicación:
Una de las fuentes de calor empleadas en un laboratorio es el mechero, por lo que
es importante saber cómo funciona y cómo pueden ajustarse el aire y el gas con vistas a
obtener temperaturas apropiadas.
Existen varios tipos de mechero (Tirril, Bunsen, Meker...), pero el fundamento de
todos es la quema de un combustible gaseoso (propano, butano, gas del alumbrado,
etc...), actuando como comburente el oxígeno del aire. Cuando el gas arde
completamente se forma CO2 y H2O, productos que a la temperatura de la llama son
gaseosos. Si no se suministra oxígeno en cantidad suficiente, queda algo de carbono sin
consumir (humo, hollín, etc.), y el gas se quema con llama brillante de color amarillo por
las partículas incandescentes de carbono en la llama. Es una llama pobre, de poco poder
calorífico. La mayor parte de las partículas de carbono arden al entrar en contacto con el
aire, es decir, en la periferia de la llama; Pero si hay aire mezclado con el gas, éste arde
completamente, y la llama pierde color y aumenta su poder calorífico.
En una llama de este tipo se pueden observar tres zonas con distintas características
químicas (Figura 1.1a) zona interna (i) formada por los gases que todavía no arden. Es la
zona fría, con temperaturas bajas. Zona intermedia (m); en ella la combustión es
incompleta. Debido a su elevado contenido en carbono e hidrógeno es la zona de
reducción. Zona externa (e), es la de máxima temperatura por la total combustión de los
gases y también la zona de oxidación por la abundancia de oxígeno en ella.
Es evidente que en operaciones que se requiera gran poder calorífico (calcinación,
ablandamiento de vidrio, etc...), la entrada del aire será grande para que la combustión
sea total (llama azulada externa). Otras veces será necesario calentar suavemente y habrá
que usar una llama poco oxidante, con poca o ninguna entrada de aire (llama amarilla).