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MI RESPUESTAA:
EL PERRO FIEL: Un hombre era tan pobre que siempre estaba de mal humor, y no perdía la ocasión de maltratar a un infeliz perro que tenía. Kakasbal (espíritu del mal), quien está en todo, vio que podía sacar partido de la inquina que, seguramente, el perro sentía contra su amo, y se le apareció para decirle:
—Ven acá y dime qué te pasa, pues te veo triste.
— ¿Cómo no he de estarlo? Mi amo me pega cada vez que quiere—respondió el perro.
—Yo sé que es de malos sentimientos. ¿Por qué no lo abandonas?
—Es mi amo y debo serle fiel.
—Yo podría ayudarte a escapar.
—Por nada le dejaré.
—Nunca agradecerá tu fidelidad.
—No importa, le seré fiel.
Pero tanto insistió Kakasbal que el perro, por quitárselo de encima, manifestó:
—Creo que me has convencido; dime, ¿qué debo hacer?
—Entrégame tu alma.
— ¿Y qué me darás a cambio?
—Lo que quieras.
—Dame un hueso por cada pelo de mi cuerpo.
—Acepto.
—Cuenta, pues…

Kakasbal, entonces, se puso a contar los pelos del perro. Y cuando sus dedos llegaron a la cola, el perro se acordó de la fidelidad que le debía a su amo, pegó un salto y la cuenta se perdió.
— ¿Por qué te mueves?— le preguntó Kakasbal.
—No puedo con las pulgas que me comen día y noche. Vuelve a empezar.
Cien veces Kakasbal empezó la cuenta, y cien veces tuvo que interrumpirla porque el perro saltaba. Al fin, Kakasbal decidió:
—No cuento más. Me has engañado; pero me has dado una lección. Ahora sé que es más fácil comprar el alma de un hombre que el alma de un perro.
EL INDIECITO MAYA: Itzae era un indiecito Maya que se dedicaba a la pesca en la población de Tabasco. Una vez que conseguía muchos pescados, se iba al pueblo a ofrecerlos. Así que cada mañana se despertaba muy temprano y salía a pescar.
Durante la tarde se iba al pueblo a ofrecer casa por casa su mercancía fresca. Pero un día la suerte no lo acompañó y a pesar de caminar mucho y tocar muchas puertas, no consiguió vender ni un solo pescado.
La preocupación de llegar a casa sin dinero lo agobiaba.
Se dispuso a seguir intentándolo, y a lo lejos vio un citadino muy bien vestido que caminaba tranquilamente por la ciudad. Sin pensarlo dos veces se acercó a él, ofreciendo su mercancía.
-Perdone patroncito ¿No quiere llevar pescado fresco? Está muy bueno, le va a gustar.
– No gracias- dijo el citadino casi sin mirarlo. Pero Itzae ya estaba desesperado, así que no se dio por vencido.
– Por favor patrón ayúdeme, no he vendido nada y tengo que llevar dinero a mi familia. Hágale, hoy usted me ayuda a mí y mañana yo lo puedo ayudar a usted.
El citadino se rió de la ocurrencia de Itzae, pensando en qué lo podía ayudar aquel indicito que nada tenía. Pero le conmovió su insistencia y le compró todos los pescados. Dos días después Itzae caminaba por las calles y escucho en un callejón un forcejeo. Al mirar se dio cuenta que dos pillos trataban de asaltar al citadino y sin pensarlo, corrió hacia ellos gritando y logró espantarlos.
El citadino se quedó sorprendido de lo rápido que el indicito pudo devolverle el favor. Y sintió pena de haber pensado que este no podría jamás hacer algo por él.
ESPERO HABERTE AYUDADO :) ♡