• Asignatura: Religión
  • Autor: luchos320
  • hace 2 años

De qué manera puedo ser testimonio de la vida de Jesús​

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Respuesta dada por: dayannaquispe70
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En el sentido más básico, el ser testigo de Jesucristo es poseer un testimonio certero y personal de que Él es el Hijo divino de Dios, el Salvador y Redentor del mundo. Los apóstoles de la antigüedad sabían que Jesús era el Mesías prometido y hablaron por experiencia personal de Su resurrección literal. Sin embargo, un testigo de Cristo no tiene que haberlo visto ni haber estado en Su presencia. Cuando Pedro le testificó a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, el Señor le respondió diciendo que ese conocimiento no le había llegado por su proximidad física ni por experiencias que hubiera tenido con Él, sino porque Su Padre Celestial se lo había revelado (véase Mateo 16:15–17). Y Jesús le aclaró a Tomás que una persona podía tener la misma creencia o testimonio que él tenía sin haberlo tocado ni haberlo visto: “Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

Nuestro testimonio de Cristo por lo general comienza con el testimonio de otras personas, de gente que conocemos o de quienes hemos oído y en quienes confiamos. Tenemos registrado el testimonio de los apóstoles de que “a este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hechos 2:32). Tenemos el Antiguo y el Nuevo Testamento de Su preordenación, Su ministerio y Su expiación. Tenemos otro testamento, el Libro de Mormón, el propósito principal del cual es “convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones”1. Tenemos el testimonio del profeta José Smith de que él vio y oyó al Padre cuando, señalando a Jesús, dijo: “Éste es mi Hijo Amado” (José Smith—Historia 1:17), y más adelante la atestiguación del Profeta de que “después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive! Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre” (D. y C. 76:22–23). Tenemos a los testigos especiales de nuestros días que viven entre nosotros y de quienes recibimos, con nuestros propios ojos y oídos, un testimonio ratificatorio. Muchos tienen la gran bendición también de oír los testimonios de sus padres, abuelos y amigos fieles.

Los que entran en el convenio del bautismo reciben un don especial de fe en Jesucristo, y con el don del Espíritu Santo se recibe la atestiguación de que los testimonios que hemos oído con respecto a Cristo son verdaderos. Nefi afirmó que eso ocurriría: “Y entonces os halláis en este estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna; sí, habéis entrado por la puerta; habéis obrado de acuerdo con los mandamientos del Padre y del Hijo; y habéis recibido el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, para que se cumpla la promesa hecha por él, que lo recibiríais si entrabais en la senda” (2 Nefi 31:18; cursiva agregada).

Creer en las palabras de otras personas es un don espiritual, y el hecho de que “el Espíritu Santo da a saber que Jesucristo es el Hijo de Dios y que fue crucificado por los pecados del mundo” (D. y C. 46:13) es otro don más.

Ese testimonio muchas veces llega en forma de sentimientos: un ardor en el pecho, una paz, una tranquilidad, una sensación de esclarecimiento. El Señor dio a Oliver Cowdery un testimonio del Libro de Mormón por medio de sentimientos espirituales que le confirmaron “que las palabras o la obra que tú has estado escribiendo son verdaderas” (D. y C. 6:17). Después, el Señor agregó: “Si deseas más testimonio, piensa en la noche en que me imploraste en tu corazón, a fin de saber tocante a la verdad de estas cosas. ¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que de Dios?” (D. y C. 6:22–23). El Espíritu que habla paz a la mente no es la única manera en la cual se recibe la atestiguación, pero, puesto que proviene de Dios, no hay ninguna más grandiosa. Así como sólo con deleitarnos en las palabras de Cristo que están en las Escrituras podemos “testificar que [hemos] oído [Su] voz y que [conocemos Sus] palabras” (D. y C. 18:36), por los sentimientos espirituales confirmadores de Dios podemos testificar que conocemos a Su Hijo y que Él vive.

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espero te ayude :3

Respuesta dada por: angelacorrales2028
0

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:)

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