resumen del capítulo 9 del cuento fantasma del aljibe ayuda lo necesito asta el 14 pero ahora necesito el 9
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Los días avanzan sin ningún incidente mientras la institutriz se dedica al cuidado de los niños, cuya compañía es tan agradable que borra los malos recuerdos. En compañía de los pequeños, la mujer siente que vive en una “nube de música, cariño, éxito y teatralidad privada” (88). Por momentos, el miedo a que los espectros los corrompan la impulsa a abrazarlos con fuerza, y luego se pregunta qué pensarán los pequeños de estos despliegues espontáneos de cariño.
A su vez, las demostraciones de afecto de los niños también parecen ir en aumento. Ella tiene la sensación de que nunca han estado tan ocupados en complacerla ni tan abocados en su aprendizaje. Estos motivos la llevan a no proponer la inscripción de Miles en un nuevo colegio: el pequeño es demasiado talentoso para que una mala institutriz o un párroco lo arruinen. Sin embargo, hay momentos en que se pregunta si la inteligencia del niño no se debe a algún tipo de influencia sobrenatural.
La institutriz incluso se sorprende del cariño que se profesan mutuamente. Miles y Flora nunca pelean y vay veces, de hecho, en que llega a percibir pequeños acuerdos entre ellos, en los que alguno se queda distrayéndola mientras el otro se aleja. El buen trato que le da Miles a su hermana sorprende particularmente a la institutriz, a quien le parece raro que un varoncito sea tan considerado por la “edad, el sexo y la inteligencia inferiores” (89).
La institutriz intenta cambiar el sentido del relato; siente que está demorando el momento más horroroso de su historia y se justifica diciendo que, al contar los espantosos hechos que vendrán, se obliga nuevamente a vivirlos. Sin embargo, toma coraje para realizar la ¨horrible zambullida¨ (89) y contar lo sucedido en esos días.
Una noche, mientras lee a la luz de las velas, recuerda una sensación que tuvo su primera noche en la casa: la noción de que alguien recorría el lugar. El recuerdo hace que la institutriz se levante, tome una vela y salga a recorrer los pasillos. Una vez allí, una brisa apaga su vela, pero continúa con el recorrido a la luz del amanecer, que entra desde desde la ventana. Finalmente, percibe a una persona subiendo hacia su dirección desde las escaleras y reconoce, por su aspecto, a Peter Quint. Al notar su presencia, el espectro se detiene bruscamente y la observa, en un encuentro que considera tan real como podría serlo estar en una casa desconocida frente a un enemigo. Pasado un momento, Quint da media vuelta y se retira por las escaleras, mientras la institutriz ve su “abominable espalda” (92) alejarse.
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