ensayo sobre “La Violencia en Colombia” integrando aspectos como: el periodo de la violencia bipartidista, la dictadura de Rojas Pinilla, el Frente Nacional, el surgimiento de la guerrilla y los grupos paramilitares y la corrupción de los gobiernos en la segunda mitad del siglo XX (Benitez, 2018
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Al igual que muchas de las naciones consideradas como las más violentas del planeta, desde finales del siglo pasado Colombia ha sido objeto de todo tipo de intervenciones, propiciadas directa o indirectamente por países que se autoproclaman “las democracias más avanzadas”. Si bien es cierto que esas intervenciones difieren de país en país en cuanto a radicalidad, también lo es que, independientemente de la modalidad de la intervención, todas las guerras internas, junto con sus formas políticas particulares de contención, son percibidas como manifestaciones de una “barbarie” que el “civilizado” Occidente pretende extirpar de la faz de la tierra. A mi juicio, más importante que la herencia de la Guerra Fría, el legado de las dos guerras mundiales y la nueva organización geopolítica del planeta que de ellas floreció, fue la imposición de una única manera de experimentar y de conocer la política y la economía. Nunca como hoy había logrado instalarse globalmente una sola dirección económica, política, social y militar, lo que es paradójico si se considera el festín de diversidad que el mundo dice celebrar.
Mi tesis considera que el conocimiento está ligado a la experiencia, por ello asume que, puesto que las prácticas políticas y económicas de Occidente durante la era de la modernidad fueron imperialistas y en la era de la globalización son imperiales, el conocimiento propio de esas prácticas también fue imperialista y es imperial. No atribuyo falsedad a ese conocimiento; por el contrario, le adjudico todos los grados de realidad inherentes a los procesos de la modernidad y de la globalización. No obstante, sí supongo que estas teorías son incapaces de dar cuenta de la excepción, pues su afán de totalización las ha vuelto impotentes para ingresar al campo de lo singular.
Al lado del ejercicio del poder interesado en homogeneizar, y paralelo al conocimiento particular de ese dominio, habitan el poder del nómada y el conocimiento del margen. Su historia ha sido aquella del pluralismo que combate la totalización. Desde hace milenios y acompañando la tradición, el pensamiento de la pluralidad ha sobrevivido y hoy se aparece con una nueva cara: la del pragmatismo. Creo que la emergencia de la excepción es un síntoma de esa zona no colonizada que está presente en cualquier lugar y en cualquier tiempo y que, en ocasiones, brota de manera incontenible. Igualmente, en lugar de suponer la excepción como diferencia, la considero su síntoma, razón por la cual perturba las políticas y las teorías de la totalización.
Dado que no existe una dicotomía entre la unidad o la diferencia sino que, por el contrario, su relación es de paralelismo, las políticas y las teorías de la totalización han estado compuestas de multiplicidades. A mi juicio, el papel actual de las ciencias sociales consiste en hacer ver esas multiplicidades, modo de importunar la dirección unificadora del ejercicio del poder imperial. Ese es el propósito de la investigación de la cual se deriva este ensayo, titulada Genealogía de la moral de las ciencias sociales colombianas y de la pregunta que, de modo pragmático, intenta responder y formula en los siguientes términos: ¿A partir del análisis de la excepción es posible dar cuenta de la diferencia?
Este ensayo esboza de manera preliminar una respuesta a esa pregunta y se vale de algunas de las premisas más importantes de los escritos sobre la Violencia en Colombia, todas las cuales comparten la idea de que, entre 1946 y 1964, el país sufrió una guerra interna “fratricida” de carácter singular sin parangón, antecedente de la actual situación de desorden. Aplico para ello, el análisis pragmático que, de modo somero, entiendo como el estudio de los grados de unidad de distintos sistemas de premisas y de los tipos de relaciones que ligan sus componentes, con miras a dar cuenta de algunos de los conjuntos de valores inmersos en dichos sistemas. El ensayo está basado en crónicas, estudios y testimonios sobre la Violencia publicadas entre 1950 y 1985.
Las ciencias sociales: un territorio en disputa
Con ocasión de un homenaje póstumo ofrecido al historiador colombiano Germán Colmenares, Jaime Jaramillo, uno de los historiadores más notables del país, aceptó un suceso acaecido en el saber de las disciplinas humanísticas: me refiero al arribo de la perspectiva de pensamiento que Alain Badiou llama “momento filosófico francés” (2005: 176). Cuando Jaramillo reseñó los últimos escritos de Colmenares, en especial su libro Las convenciones contra la cultura, publicado en 1987, exaltó el hecho de que el autor se aplicó a la comprensión de “las formas de pensar dominantes en las diversas épocas del pasado, fuera por la sociedad en general o por los diversos grupos y clases que componían su estructura” (1999: s/n).
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