¿De qué modo Fierro transmite su valoración negativa hacia ambos componentes sociales de la época?
Respuestas
El idioma que hablamos es sentimental más que lógico. En este concepto la grafología da, por homología, para la escritura, el sentido en que debe entenderse el análisis del estilo de una lengua oral. Tal como el rasgo caligráfico deja impreso en la letra el alma, la intención y hasta el sino de quien lo traza, así el habla contiene en su dibujo acústico -inflexiones, acentos, pausas, subrayados, mímica concomitante- el rasgo espiritual, el carácter, el sino de quien habla. Eso se percibe en la conversación, pero el filólogo no lo percibe ya en la escritura, y en vano una semiología siempre frustránea intentará fijar esos rasgos del habla. El lenguaje hispanoamericano es, aunque se escriba, esencialmente oral; y aunque esta característica sea común a todos -pues ninguna lengua se ha escrito jamás ni aproximadamente a como se la ha pronunciado, y en este sentido toda escritura es siempre traición-, ha de diferenciarse el territorio donde la lengua constituye el volumen casi total de la vida, de los otros en que el uso de la escritura, por estar más difundidon este poema podemos decir que concluye el ciclo de la gauchesca1. El gaucho Martín Fierro aparece en 1872 y La vuelta siete años después, al tiempo que el país ganaba su territorio definitivo, con lo que se conoce como «la conquista del desierto». Ni el indio ni el gaucho tenían cabida dentro de la «civilización», por más que las voces de Mansilla y de Hernández se alzaran en sus respectivas defensas, al igual que otras que alegaban de modo no literario. El proyecto de organización nacional planificado por los unitarios preveía un tácito acuerdo con los núcleos urbanos y de poder para llevar a cabo un doble genocidio, el del gaucho y el del aborigen2. Podemos considerar entonces el MF (= Martín Fierro) como el canto del cisne de todo este género que proyecta la vida del gaucho a lo largo del siglo XIX.
En la conclusión del género se dan exacerbadas sus excelencias. Contribuye, sin duda, a ello la madurez de las producciones, en las cuales siguen siendo fundamentales las estrategias de la oralidad. Ángel Rama señala:
Fue la contribución de los usos populares del lenguaje (o sea los lingüístico-literarios) la que puso esos brillos llamativos a la tropología sobre cañamazos que eran bastante mecánicos y rígidos. El buen oído de los autores para tales invenciones del lenguaje y, más aún, su capacidad para inventar «a la manera de» la metaforización popular en ese ejercicio de copia que defendieron, depararon las virtudes del más alto rendimiento artístico del sistema.
(Rama, 1982, 111-112)
Con el MF llega al ocaso, entonces, un género en que el autor culto le presta su voz al gaucho. Estamos en el momento de la «reflexión» en un doble sentido. Por una parte, es la obra que refleja todo el género y, por otra parte, es el gaucho en su extinción étnica que reflexiona sobre su destino. Literariamente, con Hernández se produce la interiorización del otro, que deja de ser «otro» para convertirse en sí mismo a través de un cambio radical: se pasa a lo autobiográfico.
En el caso del MF la voz que se asume es colectiva. Hernández le presta la suya a gauchos individuales, no construye un estereotipo, pero la suma de estas voces ya se descubre en El gaucho Martín Fierro (en adelante GMF) en una especie de autobiografía colectiva, cuando el personaje pasa de la primera persona a la tercera, generalizada en «el gaucho»:o, trabaja de contragolpe sobre el habla.